Capitulo 36

3K 254 509
                                    

• Luke •

   —¡Hey, Lukey! —escucho una chillona voz familiar.

   Respiré profundo, antes de cerrar mi casillero con un fuerte portazo.

   —Ahora no, Heather.

   Comienzo a caminar por el pasillo del instituto en dirección a los vestidores de chicos en un intento de zafarme de ella. Escucho su taconeo rápido detrás de mí, intentando seguirme el paso. Debería haber un botón para desaparecer repentinamente.

   —Sólo quiero desearte suerte en tu entrenamiento de hoy. He oído que competirán contra La Salle pronto —su entusiasmada voz me irritaba aún más —, ¿estás listo para eso?

   —Ajá. —Respondí vagamente.

   No quería ser una mierda con ella, o con nadie, pero no podía evitarlo.

   La hermana de mi madre, la tía Emily, había regresado a la ciudad hace una semana en busca de Kate. Ese hecho no hubiera sacudido y puesto mi mundo de cabeza si ella no se notara realmente mejor. Había pasado los últimos días en nuestra casa, compartiendo con su hija y con el resto de nosotros. Ya no se veía con su antes usual rostro cansado, ojeras marcadas y enormes bolsas bajo los ojos, su expresión era más alegre, su conversar más fluido y Kate y ella estaban congeniando de maravilla. Sabía qué, por más que quisiera, no había nada que pudiera retener a Kate conmigo.

   Y eso me dolía más que cualquier cosa.

   Estaba mentalmente ausente desde entonces. Mi cabeza sólo no dejaba de pensar en la ansiedad que me causaba saber que mi pequeña bebé no estaría más conmigo; que estaría en una ciudad diferente a esta, que no viviríamos en la misma casa, ni tampoco nos veremos luego de la escuela para que ella me contase cualquier anécdota divertida de su día. No podía evitar llorar cada noche de sólo pensar el futuro que se avecinaba, y cómo yo no podía hacer nada al respecto para cambiarlo.

   Todo esto, sólo me hacía tener aún más empatía con Beth. A pesar de que seguramente no se acercaba a la clase de ansiedad que ella sentía casi diariamente, me hizo ver la desesperación y abatimiento que se formaba en el centro de tu pecho, como un agujero negro que succionaba todo lo bueno en ti, y te dejaba con una nube negra sobre tu cabeza no importa a donde fueras. Era un sentimiento de mierda que no sabía cómo alejar o manejar, tan solo se mantenía ahí. Ahora la entendía.

   Mi relación se había visto afectada desde esa última noticia. Además de los tediosos guardaespaldas que nos seguían a todas jodidas partes fuera de casa sin ninguna clase de privacidad, no había en mí ni un gramo de motivación, ni siquiera para Bethany. Por supuesto que nos veíamos todos los días, aún la acompañaba a sus sesiones de terapia, y conversábamos vagamente en la cena y luego de ella en la sala de televisión pero, no le estaba brindando la misma atención que antes. Toda mi energía estaba en Kate. Sin embargo, Beth parecía entenderlo perfectamente, y no me presionaba en lo absoluto para que pasáramos tiempo juntos o me discutía si olvidaba enviarle un mensaje de buenas noches.

   De todos modos, creo que debería hacerlo.

   No quería alejarme de ella, ni mucho menos que lo nuestro se terminase. De hecho, su presencia me ayudaba a estar más en calma conmigo mismo y con la situación. Creo que ya he cubierto mis días de estar solo.

   —¿Pasa algo, Lukey? —cuestiona Heather. Casi olvido que estaba caminando a mi lado —. Has estado actuando extraño.

   Me detengo frente a la entrada del vestidor de los chicos y la miro. Sus ojos azul grisáceo me regalaban una gran mirada indagadora. No me había dado cuenta de que vestía su uniforme de animadora en lugar de la usual falda y chaqueta verde navidad del instituto. Me recuesto junto a la pared antes de responder.

FugitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora