• Bridget •
—Bethany, querida, muévete más al centro. Eres primer violín, no puedes estar con los segundos.
Camino un par de pasos al frente, deslizando el atril con mi partitura sobre el piso de madera del aula de música. Sequé pequeñas gotas de sudor con el dorso de mi mano que amenazaban con correr por mi frente. La temperatura del salón se había tornado calurosa, y me pregunté mentalmente por qué no encendían el aire acondicionado.
—Empezamos de nuevo el Allegro pastorale en fa mayor. —Anuncia.
A la voz del maestro, comenzamos a tocar la obra de las cuatro estaciones de Vivaldi. El profesor Harper tenía que presentar una sonata para finales de período escolar antes de las vacaciones de otoño frente a todo el alumnado de la institución. Me revolvía el estómago el enternecimiento de volver a tocar mi apasionado instrumento frente a un gran público, y aún más siendo el violín principal. No tuve siquiera la necesidad de hacer una audición para conseguir el papel, pues, ya Harper había decidido que sería yo la dichosa en interpretar tan famosa obra.
Desplazo mis dedos de una cuerda a otra formando las notas escritas en la partitura sin indicio de dificultad. Ensayé un par de veces en el patio trasero de la casa de los Hemmings por toda la semana, teniendo a la familia espectadora alegando mi exquisito talento musical. Transmití un sentimiento de paz y armonía a medida que deslizaba el arco por las cuerdas; las afinadas notas destacaban por sobre todos los demás instrumentos que tocaba el resto de los integrantes de la orquesta. No tenía intención alguna de ser el centro de atención, menos siendo la alumna nueva, pero no podía negar la representación principal de la pieza cuando se me fue estipulada.
El violín había sido parte de mis mejores y peores momentos. La simétrica melodía de la música clásica me ayudaba a sentirme en paz conmigo misma. Mis problemas se disolvían al momento en el que postraba el instrumento entre mi mentón y mi hombro, permitiendo que todo mi cuerpo se envolviera en la música producida. Si hay algo de lo que estaba segura, era de que el violín me había salvado varias veces, recordándome quién soy y por qué debía seguir adelante. Morir no era una opción para mí cuando aún podía disfrutar del natural y melódico sonido, sin saber si en la otra vida existiría la música.
El salón de clases estaba vacío, así que al terminar la pieza el único en aplaudir fue Harper, felicitándonos a todos por nuestro esfuerzo y notificando que nos veríamos la siguiente semana para seguir ensayando. Guardé mi instrumento en el estuche y lo balanceé sobre mi hombro, cargándolo como una mochila.
—¿Eras tú la que tocaba ahí dentro? —pregunta Ashton, que estaba recostado en la pared junto a la puerta.
—Sí, ¿bastante genial, no? —alardeé.
—Estoy impresionado, ¿ya has pensado en participar en el concurso de talentos? Estoy seguro de que ganarías.
Le miro de soslayo mientras caminábamos por el pasillo en dirección a mi casillero.
—¿Concurso de talentos?
—¡Sí! —exclama —. Siempre hacen uno antes de vacaciones de invierno, el premio es un par de puntos extra en la clase que tengas las calificaciones más bajas.
—¿Qué pasa si no me preocupa ninguna materia? —pregunto. Sin dudas era un buen premio, pero hasta ahora no tenía problema alguno con ninguna de mis clases.
—Siempre puedes regalarle los puntos a tu pobre amigo. —Responde Ashton, a lo que yo río.
—Claro, eso definitivamente sería no hacerte un favor —replico —. Has estado hablando más de la fiesta de esta noche que del tortuoso examen de cálculo que tenías temprano.
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Fugitiva
FanfictionTras cumplir los diecisiete años, Bridget Blackwell ha tomado la precipitada decisión de transferirse a un instituto al otro lado del mundo en su último año. Ella pensó que eso la alejaría de todos sus antiguos conflictos en casa, pero ahora, tendrá...