20 de Mayo del 2025
5 años despuésLa lluvia caía a raudales sobre su cabeza y las gotas se entremezclaban con sus lágrimas. El tiempo parecía detenerse cada vez que él estaba en ese sobrio lugar, de pie con el corazón quebrantado en pedazos irreparables. Sus manos sostenían un gran ramo de flores; de esos que exagerados arreglos que compras para tu persona favorita en San Valentín, que además, resultaban ser sus flores preferidas. Pero esto no era ni remotamente el día de los enamorados, era una fecha fúnebre, oscura, angustiosa. Era un recordatorio constante de haberla perdido.
No importaba el tiempo que pasara, dolía como la primera vez. Dolía como aquel día en que ella dejó de existir en este plano para pasar a un lugar mejor. A uno en el que no tuviera miedos ni dudas. A uno en el que él espero poderla encontrar de nuevo algún día.
Luke se arrodilló sobre el húmedo césped. La gélida brisa de invierno amenazaba con calar los huesos y un escalofrío involuntario emanó de su cuerpo. Se empapó los pantalones de agua, pero no le importó. El vuelco en su pecho y estómago acrecentaba cada vez que leía su nombre.
Cada vez que estaba frente a su lápida.
Se secó las lágrimas en un intento inútil de limpiar su rostro. El cabello que le llegaba por los hombros chorreaba y comenzó a sentir verdadera aflicción. Postró las flores frente a la helada piedra tallada, ajustó la fotografía torcida que yacía sobre la losa en su lugar, y la miró fijamente, como si ella en serio estuviese ahí frente a él. Porque eso es lo que Luke sentía, que ella nunca se había ido.
—Lo siento tanto —gimoteó en un susurro —. Y desearía que todo hubiese sido diferente. Hubiese deseado pasar más tiempo contigo.
Se quedó ahí otro rato, con la mano apoyada sobre la lápida en un intento de no perder el equilibrio. Lloró. Lloró mucho, intensificando el suplicio en su pecho y extremidades, porque todo dolía desde que ella se marchó. Aún no podía creer todo lo que había pasado; una parte de Luke se mostraba reacia a aceptar la verdad: que ella no volvería, y que sus años de sufrimiento perdurarían conforme a ella permaneciera en su corazón, y él sabía que eso no tenía fecha de caducidad.
Tenía que irse y él lo sabía. Su vida había continuado, así como la de todos que la conocían. Era hora de seguir su camino.
Con la ropa empapada y el corazón en la mano, se puso de pie sintiendo las piernas temblorosas. Dejó un beso sobre la fotografía antes de volverla a poner en su lugar, y con una voz ronca de tanto llorar, musitó:
—Te amo, y siempre te mantendré presente.
Salió del cementerio cabizbajo aún derramando lágrimas. Su nariz se notaba enrojecida por una entremezcla del frío y su insaciable llanto, pero nadie dijo nada cuando subió al auto que lo esperaba. Escurrió su ropa al abrir la puerta trasera, y se adentró sin más al cómodo asiento de cuero costoso.
Revisó el reloj en su muñeca: apuntaba las seis de la mañana. Se le hacía tarde para un vuelo muy importante, y si no se apresuraba, lo iba a perder. Le pidió a su chófer que acelerara y el hombre respondió con un asentimiento de cabeza. Para su suerte, la ciudad no estaba colapsada de autos que generasen un tráfico atroz, y eso le permitió transcurrir por la ciudad sin problemas.
Luke recostó su cabeza del asiento intentando aminorar el dolor punzante en las sienes. No había descansado mucho que digamos los últimos días, pero se mantuvo internamente más tranquilo al saber lo que este viaje acontecía y significaba para él.
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Fugitiva
FanfictionTras cumplir los diecisiete años, Bridget Blackwell ha tomado la precipitada decisión de transferirse a un instituto al otro lado del mundo en su último año. Ella pensó que eso la alejaría de todos sus antiguos conflictos en casa, pero ahora, tendrá...