Capitulo extra

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   —¿Seguro que estarán bien? —pregunta ella de nuevo con un aire de preocupación.

   Ruedo los ojos.

   —Por supuesto que sí. Igual voy a tener mucha ayuda. —Recalqué.

   —Bien —suspiró. Se agachó para llegar a la altura de Katelyn y extendió sus brazos hacia ella —. ¿No le darás un abrazo a mamá?

   Kate sonríe y enseguida suelta mi mano para abrazarla. Mi novia la abraza y le da un par de besos en su mejilla. Sé que quiere llorar, pero se contiene. Separa su rostro para mirarla fijamente y decirle:

   —Te portas bien, Kate, y le haces caso a papá, ¿de acuerdo? Yo iré en una semana —la besó de nuevo en la frente —. Te amo muuuuuuuuuuucho.

   Ambas siempre decían el "mucho" con la boca pronunciada hacia arriba y sonando como el mugido de una vaca. Katelyn se ríe y vuelve a abrazarla rápido antes de volver hacia mí. A pesar de que cargaba mi equipaje y el pequeño bolso de unicornio de mi hija, la tomé en mis brazos cuando me pidió cargarla.

   —Cuídense, Luke. Me envías un mensaje cuando lleguen. —Dice ella acercándose a mí.

   —Claro que sí —sin importarme el ajetreo de las personas alrededor, algunas incluso mirando descaradamente, le doy un largo beso en los labios —. Te amo, futura señora Hemmings.

   Tomo su mano izquierda y dejo un suave beso sobre sus dedos, muy cerca del resplandeciente diamante que esclarecía justo en su dedo anular.

   —Y yo a ti. —Respondió sonriente.

   —Última llamada para el vuelo 356 con destino a Sídney. —Habló una mujer por el parlante del aeropuerto.

   —Nos vemos en una semana —le doy otro rápido beso —. No puedo esperar para verte vestida de blanco, preciosa.

   Ella se sonroja, y la miro agitar sus manos en despedida a Katelyn mientras me adentro en la pasarela de acceso hasta el avión, moviéndonos para llegar a la primera clase. 

   Busco un lugar del compartimiento en donde ubicar mi bolso de mano cerca de nuestros puestos asignados y dejo la mochila de mi hija sobre mis pies. La acomodo en el asiento que tiene la ventana, abrochando su cinturón de seguridad y asegurándome de que estuviese cómoda. Ella me mira en todo momento con sus grandes ojos azules. Mis ojos. Era lo único que había sacado de mí, porque el resto, era tal cual su madre.

   De pronto, la pequeña mira a todos lados en busca de algo, o de alguien.

   —¿Y mamá? —pregunta Katelyn con su pequeña vocecita.

   —Ella irá a casa de la abuela Liz en una semana. Ya hemos hablado contigo, nena. —Expliqué nuevamente, apartando el corto cabello de su rostro.

   Como si hubiese presionado un interruptor, Katelyn hace un puchero con sus labios y empieza a sollozar ruidosamente.

   Miro a mi alrededor y hago una mueca. No importaba quién era yo, sabía que sería un problema que ella llorase y molestara a los demás. Rápido como un rayo, desato su cinturón porque el vuelo aún no había despegado y la siento en mis piernas con su cara llena de lágrimas hacia mí.

   Siseo un par de veces, pero no logra calmarla.

   —Hey, Katelyn, haremos muchas cosas en divertidas en Australia, ¿de acuerdo? —comencé a decirle. Me gané su atención a pesar de que aún lloriqueaba —. Iremos a un parque muy divertido, con la prima Kate, ¿recuerdas? La que se llama como tú.

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