FINAL

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PARTE 3/3

28 de septiembre del 2019

   —¡No!

   Me despierto de golpe, sentándome en la cama. Mis ojos se mueven en la oscuridad tratando de identificar cualquier cosa, porque me siento completamente desorientada. La respiración agitada es lo único que se escucha en la habitación, y mis lágrimas corren por mis mejillas sin siquiera un previo aviso.

   —¡Hey, tranquila! —escucho a Sam susurrar a mi lado —. Estoy aquí, Bri.

   Tardo un rato en tomar consciencia, porque aún me siento cautivada por el horror. Mis manos tiemblan, mi corazón palpita a una velocidad atroz, y mis labios tienen un leve cosquilleo de adormecimiento. Aferro las cobijas entre mis manos forjándolas en puños como si fuese lo único que me mantiene en el presente.

   Estoy asustada, y ni siquiera sé por qué. No estaba soñando nada antes de despertar. Mis ataques de pánico habían llegado a un punto en el que no tenía que suceder algo en específico para sentir que moriría en cualquier momento. Era una desesperación abrumadora, cómo si en cualquier instante algo pudiese pasar a pesar de que no estaba en peligro alguno. Unas increíbles ganas de correr por todas partes se apoderaban de mí. Necesitaba correr lejos de aquí. Necesitaba irme.

   —Calma. Todo está bien. Mira a tu alrededor, Bridget. Todo está en orden.

   No era cierto. Todo estaba lejos de estar en orden. Y tú nunca, pero nunca, debes decirle a alguien en estado de pánico que se calme.

   —No puedo respirar. —Le digo entrecortada.

   Sam se pone de pie inmediatamente y tira de mi brazo para levantarme.

   —Ven —dice —, acércate a la ventana. Respira aire fresco.

   Eso no iba a funcionar, y él lo sabía. Comencé a llorar, porque estaba tan cansada que empecé a pensar incoherencias. No había logrado dormir por días, apenas si cerraba los ojos dos horas cada noche era mucho. No comía más que una vez, y si me obligaba, lo vomitaba a las pocas horas por el pánico que me provocaba estar existiendo cerca de mi padre.

   Lo único que me mantenía viva era la ansiedad, porque sin ella, fuese un agujero negro carente de emociones dispuesta a dejarse llevar por la melancolía y no hubiese dudado ni un segundo en acabar con todo el dolor aglomerado en mi pecho.

   —No me dejes sola. —Imploré a mi mejor amigo.

   Él se acercó hasta mí para abrazarme con fuerza. Me sostuvo en sus brazos lo que pareció una eternidad mientras yo sollozaba sobre su hombro. Lo único que necesitaba era un descanso de todo esto; algo que me llevara lejos de sus atrocidades para siempre y nunca más tener que volver a verlo. Nunca más volver a sufrir de esta manera.

   Si tan sólo no fuese tan cobarde.

   —¿Quieres hablar? —musita Sam en mi oreja, acariciando mi espalda con su mano.

   —No realmente —me separo de él, sorbiendo por la nariz —. Sólo tengo miedo.

   —Lo sé —dice consternado. Desliza mi cabello rojo detrás de mi oreja y me mueve hasta la cama para sentarnos. Ya estaba un poco más calmada, aunque mi corazón aún no dejaba de latir como si estuviese en una carrera —. ¿Hay algo en particular que te esté asustando?

   —¿Algo más que un hombre en mi casa que abusa de mí y me maltrata? —respondí con ironía —. No, tranquilo.

   Él gruñe.

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