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  Una semilla; nutrida por la tierra, amamantada por el agua, y despertada por el sol.  Un embrión, una promesa; que a sí misma se niega, y su rueda comienza a andar, hacia un camino de infinitas empresas llamado acción.

  La semilla se hace raíz; que extendida apunta, a la matriz de la gran tierra; ¿Más?, es su propia pregunta, y ¡Sí!, Su propia respuesta.

  Complacida, completa, la gran raíz se afirma; y luego, nuevamente, se niega.  Y la rueda acelera su revolución.

  En opuesta dirección, un dedo brota y se prepara; y detrás suyo, toda una mano; que se repliega y dispara, buscando, escarbando y finalmente alcanzando la luz de la mañana; y de esa manera, de cada dedo, mil brazos se desparraman con una misma intención; ¡cubrir toda la Tierra!   

  Hacia todas las periferias, desde todas las perspectivas; los brotes se reproducen, y el gran tallo se recrea, en el más hermoso campo dentro del gran campo; ¡el Árbol de la Vida!

  Y más adelante, y más hacia arriba, son su única meta; y se manifiesta en el multiplicar de ramas, hojas, flores y frutos; y el árbol; en todo su conjunto, es otra gran mano; la mano de la tierra; que se estira apuntando, saludando, y deseando alcanzar, a todas, y cada una, de las infinitas estrellas.

Un Nuevo MitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora