Puedo ver ese momento; entre muchos posibles, pero tan cercano.
Veo ese Estado; esa gran Nación Humana, en la que la promesa de la vida pasó de ser Manifiesto a Constitución.
Al amparo de esa nueva Constitución, veo a una joven pareja; una de millones.
Una nueva pareja, cuyos miembros renuevan esa promesa; y con ello, actualizar el pacto y dar una nueva vuelta a la rueda que conduce al también joven Estado.
Porque esa joven pareja, como las demás sabe que el Ser Humanidad, es fruto de su aprobación y creación; con las responsabilidades y derechos que implica tal madurez.
Con ayuda de la sociedad fueron instruidos en el nuevo camino que toman, y con solemne alegría marchan.
Y el Estado, así como fue concebido y controlado por cada uno de sus dispares ciudadanos, se apresura ahora a ayudar a concebir a los nuevos.
Nuevas y cálidas instituciones velarán para que esa matriz, sea de quien sea, si lo decide, engendre al futuro ciudadano con las mayores garantías.
Veo también la ternura del Estado afirmando que ese futuro ciudadano es la más noble y estratégica de las inversiones.
Veo un niño, aún dentro de la matriz, interactuando ya con la Humanidad a través de las instituciones del desarrollo de la vida.
Veo un recién nacido, que con sus brillantes ojos contempla la enorme familia que le da la bienvenida al curso de la Historia.
Veo esa nueva mente, deseosa y capaz de incontables aprendizajes, lista para absorber el mundo; y veo las instituciones de la niñez preparándose para la siembra de tan fértil terreno.
Veo un niño; de la mano de sus tutores, ingresando por las puertas de las nuevas catedrales del conocimiento; donde la sociedad lo instruirá, alentará y acompañará en la larga y feliz
marcha de la búsqueda, elección, persecución y concreción de su Destino.
Veo a ese niño, como tantos otros; cual célula madre del cuerpo del Ser Humanidad, sin dejar de ser niño.
Veo a esos niños, avanzando en su evolución; estudiando, comprendiendo las estructuras y superestructuras del mundo, interactuando con cada una de ellas, con sus causas y efectos.
Sacando sus primeras conclusiones y lentamente, dando nacimiento a jóvenes y aptos ciudadanos; más saludables, de pensamiento más abierto y crítico, y con espíritus llenos de voluntad. Apuntando, tanto al suelo que pisan, como a las más lejanas estrellas.
Veo jóvenes ciudadanos, impregnados de libertad, y comprometidos con sus prójimos.
Colaborando en las instituciones de la reciprocidad social, y mediante ellas, viajando de un punto a otro de la gran patria humana; sirviendo donde aún se esconda la necesidad y la pobreza.
Veo ciudadanos conocedores de la Historia, decididos a respetar su constitución, su sociedad y su democracia; comprendiendo el histórico precio de la libertad y la tolerancia.
Veo ciudadanos graduados y recibidos, solemne y triunfalmente por su Sociedad; una Sociedad que se dispone a ser por cada uno de ellos reinterpretada y evolucionada.
Ciudadanos cada vez más enfocados en la producción de cultura, como la más importante de las industrias.
Ciudadanos con cada vez más conocimiento y tiempo para interactuar frente a frente con la Humanidad, y llevarse los unos a los otros de la mano de la evolución, a nuevos estados
y destinos.
Veo también un ciudadano, uno entre millones; contemplando los frutos de su larga marcha, veo su sabia mirada; hace tiempo madura, cargada de experiencias; pero con fuerzas aún para acompañar y aconsejar a los más jóvenes.
Complacido con sus logros y reconciliado con sus errores, contemplando las nuevas generaciones, y viendo en ellas nuevos y variados estandartes, en los que reconoce aún, su propio sello.
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Un Nuevo Mito
PoesíaCamínate a ti mismo, y verás cómo la Humanidad se levanta y camina contigo