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  Nada; poderosa Nada; humilde, ensimismada; real; relativa, fértil y potenciada.

  Y no sólo una; infinitas. Y cada una inspirada; convocada, reunida, hacia una misma intención; la mutación; gradual y espontánea; aquella esperanza; de dar manifestación, a su característica y ya direccionada Razón. 

  Una convención; un simposio de nadas; infinitamente variadas, y cada una proclamando su presencia; exponiendo sus esencias, mesuras y distancias; la nada relativa al tiempo, el espacio también tiene su enviada; nadas que informan de solemnes cielos, de dadivosas tierras, y grandiosas estelares llamas; relacionada cada una con las venideras leyes; y devenidas todas, en una nueva, convergente y superadora Nada.  

  Aquella nada emergente; y destinada, a infinitamente superarse; que de sí misma aparta su mirada; expandida, inflada; que marca su relativa tendencia; su dirección; una espiralada transición hacia nadas más y más complicadas.

  Cada una un corto eslabón, que paradójicamente ata; a la nada más absoluta, con su ultima, igualmente lejana, y contraria cara. 

  Entonces, decidida declara:  
  Redactemos, registremos, y demostremos nuestra vocación; nuestra gran razón; hagamos emerger y patentarse nuestra ecuación; nuestro lenguaje; un punto de origen; y de anclaje, para los miles de miles, millones de millones de linajes; tracemos los ejes de esta función, y diseñemos en su centro a todas las posibilidades. 

  Aquí y ahora; créase, genérese; hágase.  

  Pues la gran epopeya del Ser, ¡ha sido aprobada! 

Un Nuevo MitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora