Capítulo 58

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Mia

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Mia

Baje las escaleras como pude, levantarme de la cama fue fácil, pero dejó de serlo cuando sentí un intenso dolor de cabeza y el hecho de que aún las cosas me daban vueltas. Mientras las bajaba escuché ruidos de la tele, supuse que había alguien despierto; aunque no eran ni las siete de la mañana.

Por las ventanas entraban algunos rayos de sol un poco intensos que hacían que mi dolor de cabeza aumentará más. Logan estaba acostado en el sillón son una pequeña manta o algo similar a eso, tenía algunos empaques de comida en el suelo y el mando del control a saber tú dónde lo había metido.

Cómo pude llegué a su lado y acaricié su hombro como especie de llamado a que despertara.

— Logan — llamé un par de veces, hasta que respondió aún dormido.

— No lo hagas.

— ¿Hacer que?

— No te vayas.

— Levanté, estás durmiendo incómodo aquí.

— Pronto sabrás la verdad.

— Logan — llame otra vez.

— No llores — lo sacudí un poco más fuerte hasta que despertó algo asustado.

— Hablabas dormido.

— Déjame dormir — contestó adormilado y soltó un bostezo.

— ¿Dónde tienes el control?

— Casi me lo meto en el cu... — literal, lo tenía tras de él cerca de esa zona.

— Pensé que querías ir a dormir a tu cuarto, además que no creo que el sillón sea cómodo.

— Pues gracias — dijo y apagó el televisor — y ¿a qué se debe que estés aquí?

— No lo sé, solo me levanté y creo no tener más sueño.

— Ven — tendió sus brazos en una clara invitación a que me acercara — ¿Te duele la cabeza?

— Solo un poco, aún me dan vuelta las cosas — dije acostándome con él en el sofá, tomó la manta y cubrió nuestras cabezas y parte de nuestro cuerpo con ella.

— Así está mejor.

— Mucho mejor — acomode mi cabeza en su hombro y él comenzó a acariciar mi cabeza.

— Descansa un poco más — fue lo último que le escuché decir, me quedé dormida minutos después.

Morfeo me convencía muy fácilmente, siempre caía en sus brazos de las maneras más absurdas y fáciles posibles.

Dos días después

Hoy era el día del viaje, tenía que estar con tres horas de anticipación en el aeropuerto, íbamos de camino allí, Logan me estaba llevando.

Hoy volveré a ver a mis padres personalmente, estoy nerviosa porque sé que empezarán a hacer preguntas sobre todo y no quiero ser descortés o algo parecido; no quiero decirles algo que no debo.

— Henos aquí — dice Logan terminando de aparcar.

— Podemos regresar a casa, ellos no sabrán que llegamos hasta el aeropuerto.

— Tú puedes, son tus padres — por lo mismo, sé cómo son — estamos a aproximadamente — mira el reloj del móvil — a unas tres horas y diez minutos de que te vayas. ¿Qué se siente ser cumplida en algo por primera vez?

— No es gracioso, soy de las personas más puntuales que existe — hable mientras cerraba la puerta para adentrarnos en el aeropuerto.

— Si tú lo dices.

— ¿Tenemos tiempo de ir a un café? — pregunté cogiéndole la mano.

— Sí; pero debemos ser precoces.

— ¿Quieres decir rápidos?

— Déjame decir precoces.

— Bien, seremos precoces al estilo Arthur Rimbaud.

— ¿Quién es?

— Me ofendes — suelto dejando de caminar y mirándolo ofendida.

— No sabes quién es, ¿verdad?

— JA, JAJA, es un escritor, estoy segura de eso; pero no recuerdo bien...

— Lo sabía — estábamos a punto de llegar a la cafetería cuando recuerdo algo, las maletas, no las saque del auto y Logan tampoco.

— Logan, las maletas están en el auto — intente decir tranquila.

— Somos un desastre.

— Mejor ser un desastre unido que separado.

— Es dulce que digas eso, pero no tiene mucho sentido.

— Deberíamos estar yendo por las maletas en lo que hablamos sobre esto.

— Tienes razón, yo iré por ellas tu pide una malteada de chocolate para mí — se va por las maletas casi corriendo y yo me dispongo a hacer la corta fila para luego poder ir a hacer el registro.

Mi mejor tormento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora