A la hora de caer el sol, ya nos encontrábamos en casa con mi madre, está estaba en el escritorio de su habitación adelantando algunas cosas de trabajo.
— Puede pedir comida hoy también, no alcanzó a preparar algo.
— Pienso que deberías tomarte un pequeño descanso.
— No creo que sea posible, si quieres a tu padre de vuelta en menos de dos meses, debo seguir trabajando para poder terminar.
— Logan y yo haremos la cena, cuando esté, te subo un plato.
— Dale mi vida, gracias.
Trate de comprender la situación, «no todo está en torno a ti, no todo es sobre ti», «inhala y exhala», repetía una y otra vez en lo que llegaba a la sala de estar.
— ¡Imbécil!
— ¡Mocosa!
— Prepararemos la cena.
— ¿Qué haremos?
— Algo rápido y fácil, huevos revueltos con queso y chocolate caliente.
— Me gusta, tú haces los huevos y yo el chocolate.
— Trato.
— ¿Quizás después podamos seguir leyendo el libro?
— Si eso quieres — respondí con un breve levantamiento de hombros.
— ¿Tú no?
— Ya lo he leído antes, no lo dije porque tenías ilusión y no quería dañarla.
— Mmm.
— Pero, podemos seguir leyéndolo, casi no recuerdo lo que sucede y si es lo que tú quieres no tengo problema en volverlo a leer.
— Qué consideración — rodó los ojos con dramatismo.
— Ahora manos a la cocina, ven — lo lleve hasta la cocina y le señale dónde estaban las cosas — El chocolate en pasta está en el gabinete de arriba, tú mismo puedes tomarlo y poner el agua a calentar para hacerlo, el molinillo está en otra gaveta.
— ¿Algo más?
— Puedes sacar los platos del otro gabinete, en lo que yo saco la mantequilla y esas cosas de la nevera.
— No hay ningún problema, hablas como si no supiera dónde están las cosas — me di un golpe mentalmente.
»¿Con leche o sin leche el chocolate?
— Sacaré la leche y que cada uno le ponga si quiere.
— Que ella este, no es tan radical.
— Todo seguirá como siempre, solo no puedes tocarme mucho, besarme mucho, dormir en mi habitación, entrar a mi habitación por mucho tiempo, ni viceversa.
— Casi nada — tomé una sartén y puse mantequilla en él para luego poner los huevos — Si casi no estaban tus padres, ¿cómo aprendiste a cocinar?, porque te sabes defender.
— Solamente veía a las niñeras cocinarme, algunas me explicaban. Es fácil si estás seguro de lo que haces.
— Pues yo estoy muy seguro de que va a ser el chocolate más rico que van a probar.
— Menos habla y más acción.
— Extraño el Morgan.
— Eso estresa un poco, además es mejor guardarlo para otras situaciones.
— ¡Mia!
— Lo siento.
— Una pregunta más si no es molestia, ¿Desde cuándo tienes un vibrador?
— Ja, Ja, Ja. Te respondo solo no te enojes.
— No lo haré.
— Ese día no hice nada y tampoco tenía ni tengo juguetes sexuales.
— Vaya subido por casi nada.
— ¿Así están bien? — le tendí un poco de huevo.
— Están bien.
— ¿Solamente bien?
— Me queme la lengua, soplas helado, pero no cosas calientes.
— Yo y mis malditos pensamientos — no estoy segura de cómo se dice, no pensar antes de hablar es diferente porque lo pensé, sin embargo, en voz alta; eso era (insertar mujer golpeándose la cara).
— ¿Puedes moverte un poco?, Voy a servir —, no respondí con palabras, simplemente di unos pasos para un lado, y hacia atrás en lo que él servía el chocolate en tazas. — Ten, prueba —, ofreció una de ellas y al recibí, estaba casi que hirviendo y como pude le di un trago, no sé si jadee porque cuando trago me quemo o por lo rico que sabe — ¿Qué tal?
— Primoroso.
— Dame.
— Está muy caliente.
— Lo sé, quiero probarlo de ti —, se acercó y rozó su pulgar con mi labio inferior y antes de siquiera pestañear ya tenía su boca adueñándose de la mía. — Exquisito —, susurro en un suspiro cargado de ganas; volvimos a pegar nuestros labios en un intento de acercarnos más a la barra derrame el chocolate caliente entre nuestros cuerpos, al sentir el calor en mi mano solté la tasa por la sorpresa y está aterrizó en el suelo. — Quema, — largó él cogiendo su camisa y alejado esta de su pecho. En mi caso el chocolate se derramó en mi sujetador y podía sentir el líquido en mis pechos, en un gesto rápido saque el sujetador y levanté un poco la blusa para observar la mancha roja que salió entre mis pechos y en uno de ellos.
Logan se quitó la camisa, también tenía una marca roja, no muy grande ni muy roja como la mía, mi piel era más sensible y sin duda más pálida.
— ¿Estás bien? ¿Te duele? — preguntó Logan viendo la marca que traía, ignorando por completo que literalmente le estaba mostrando mis senos.
— Solo arde un poco, con algo de agua fría pasará, ¿Tú lo estás?, Lo siento.
— No es nada.
— ¡¿Qué está pasando aquí?! — grito mi madre desde la entrada de la cocina, por el susto solté la blusa y esta se pegó a mi piel otra vez, estaba algo fría y pegajosa. Voltee para verla y tratar de explicar la situación; pero ella nada más observaba todo a su alrededor especulando en su cabeza — ¿Por qué no traes el sujetador? ¿Qué hace la ropa en el suelo? ¿Por qué no traes camisa Logan?
— Déjame explicarlo — soltamos al tiempo él y yo.
— La imagen parece algo clara.
— No lo es, nos acabamos de quemar con chocolate mamá, no pienses estupideces.
— Le estabas mostrando los senos Mia.
— Algo así, sin embargo, no fue a propósito. Me queme en esa zona algo sensible del cuerpo y solo estaba tratando de refrescarme de algún modo.
— Juro no haber visto a Mia con morbo, señora Adams.
— Sube y cámbiate la blusa Mia, yo recogeré el desastre y Logan, deja de decirme señora que tú y yo tenemos confianza.
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Mi mejor tormento ©
Teen FictionMia Adams es una chica de 17 años que cruza su último año en el instituto, su vida pasa a estar fuera de la rutina cuando por negocios sus padres se van de viaje y la dejan con el poco interesante de Logan Morgan. Logan Morgan es el hijo de los mej...