Las dos primeras horas de clase transcurrieron como siempre, tenía una hora de clase libre por qué un maestro no pudo asistir, aproveché para pasear por los pasillos solitarios.
— ¡Pss-pss-pss-ss! — llamaron de un aula, seguí caminando, pero antes de seguir dando un paso sentí como me arrastraban a dicha aula — Hola nena — beso mis labios y después puso seguro a la puerta.
— Maldito imbécil, me asustaste.
— Lo lamento.
— ¿A qué se debe esto?
— Te extrañaba — lo mire con cara de ¿Qué carajos?
— ¿No tienes clases?
— Tengo una hora libre, para hacer lo que no pude hacer en la mañana.
— ¿Qué era eso que querías hacerme?
— No me provoques.
— ¿Por qué?
— Diría que te gusta provocar y no hacer nada al respecto; pero me has demostrado todo lo contrario.
— Tienes razón — no se como paso, solo se que tenia mi espalada contra su pecho, era muy raro.
— Así está mejor, puedo decirte todo lo que quiero hacerte en estos momentos.
— Tú eliges por dónde empezar.
— Que tal si te digo que quería hundir cuántos dedos pudiera en tu vagina. — me estaba susurrando al oído.
— ¿Por qué hablas en pasado?
— Por qué ahora solo quiero meterte la polla hasta donde pueda, subir y bajar tu cuerpo encima de mí, ver la cara de placer que pones al correrte, no quiero solo sexo.
— ¿Duro tan rápido?
— Apenas empieza — da pequeños besos en mi cuello — ¿Te gusta sentirme? — preguntó apretándome a su erección.
— ¿Te gusta hablarme sucio?
— No creo que eso sea hablar sucio, solo te expreso lo que quiero.
— Entonces yo también quisiera decir guarradas.
— Creo que en estos momentos sería muy fácil entrar en ti, apuesto que estás muy mojada.
— ¿Por qué no solo palpas tu mismo?
— Buena idea — desabrochó mi vaquero y lo bajó un poco, su mano izquierda la puso en mi boca y la derecha la adentro en las bragas para poder tocar mi vagina, con dos de sus dedos empezó a estimular mi clítoris, involuntariamente moví mi cadera y la empuje hacia atrás, después de unos segundos más estimulando introdujo tres dedos, los dos anteriores y uno más; pero luego sacó uno de ellos.
— Estás prieta y muy húmeda, se me hace más fácil mover mis dedos así — dijo y los metió y sacó rápido, luego los movió en círculos y muchas más formas — Puedes escuchar el sonido que se genera al estar tan húmeda, me enciendes mucho Adams.
— Agrega uno más, ya casi — hablé entre pequeños jadeos, al agregarlo solo pude cerrar los ojos y sentir lo que se venia. Siguió moviendo sus dedos y tiempo después los sacó llevándolos a la boca.
— Sabes bien.
— ¿Qué haremos con esto? — lleve mi mano a su pene para que entendiera de qué hablaba.
— Ya me las arreglaré. — Subí mi pantalón y lo abroché.
— Debo ir al baño.
— Yo igual — ninguno salió del aula, volvió a voltearme para quedar frente a é; comenzamos un juego de lenguas y manoseo.
— Creo que ya es hora de que nos vayamos — hablé cuando pude separar nuestros labios.
— Si, solo tengo unos diez minutos para bajarla...
— ¡Mia Adams!, responda mi pregunta — el profesor me sacó de mis sueños y note que casi todos los presentes me miraban expectantes. Toda mi cara tomo color.
— Lo siento, ¿podría repetirme?
— Le pido que esté pendiente a la clase.
— No vuelve a ocurrir — me excuso.
— Eso espero.
...
La clase terminó y trate de estar lo más atenta posible, no quería otro regaño del profesor; se me hizo algo difícil, mi imaginación no hacía más que crear sueños en diferentes locaciones los cuales implican nuestros cachondos cuerpos rozándose. En más de una ocasión supongo que me puse roja del calor interno que sentía, debería darme algo de pena imaginarme esas cosas mientras estoy en el instituto, en casa no hay problema pero... Qué pienso, ni siquiera debería estar imaginándonos teniendo sexo, eso no es sano supongo, que pervertida.
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Mi mejor tormento ©
Novela JuvenilMia Adams es una chica de 17 años que cruza su último año en el instituto, su vida pasa a estar fuera de la rutina cuando por negocios sus padres se van de viaje y la dejan con el poco interesante de Logan Morgan. Logan Morgan es el hijo de los mej...