Capítulo 74

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En su casa me dio una botella de suero, de pronto así podría votar parte del líquido que bebí

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En su casa me dio una botella de suero, de pronto así podría votar parte del líquido que bebí.

— Hace calor aquí — no mentía, estábamos en uno de los meses en el que la temperatura aumentaba.

— ¿Quieres algo más de beber? — pregunto, se veía un poco sorprendido y preocupado por mí.

— Una limonada no estaría mal — por lo menos las palabras no se me enredaban al hablar.

— ¿Estás bien? — preguntó por primera vez en lo que llegamos a su casa, la pregunta era si ¿Lo estaba? ¿Me sentía bien?, Últimamente es la pregunta que más me hacen y aún no encuentro que responder.

— Estás muy guapo hoy — ya ni razonaba lo que decía, lo único que llevaba puesto era unos pantalones cortos, deportivas y una camisa en la que podía ver sus brazos. Su única reacción fue quedarse callado y continuar cortando algunos limones para hacer la limonada.

— Tuviste suerte que no te pasó nada en la calle.

— Muy de vez en cuando la tengo de mi lado. — No tardó mucho en terminar de hacer la limonada, con cuidado me levanté para recibirla y terminé echándosela encima. — Lo siento, lo he hecho sin intención —, hablé rápidamente después de tal acto, toque la camisa mojada, parte de su pantalón también se había mojado.

— No te preocupes, igual y está fría, ayuda con este calor que hace — respondió rápido y quitó con cuidado mi mano de su abdomen que sin yo darme cuenta había empezado a bajar por otros rumbos. Quitó su camisa y yo simplemente me deslumbre al ver su abdomen un poco marcado al igual que esa V en la parte baja.

— Has estado haciendo ejercicio.

— Me distrae un poco. Iré a cambiarme el pantalón — aviso; en un impulso repentino por no dejarlo ir, lo tome de la mano.

— No quiero que te vayas —, solté y me miró con el ceño fruncido. Las impulsividades seguían ahí, sin pensarlo dos veces tomé su rostro en mis manos, enseguida junte sus labios con los míos, él solo se quedó allí quieto y al ver que no hacía nada me detuve.

— Tú estás ebria.

— Yo te quiero Dylan.

— No es justo que esto pase, te he rechazado y luego tú lo has hecho conmigo.

— No sabes cuánto amo lo inocente que puedes llegar a ser —, solté una risita — terminemos con lo que hemos empezado, con lo que yo he empezado antes.— Se tomó un tiempo reflexionándolo. — Olvida que estoy ebria y exclusivamente goza — volví a besarlo con la diferencia que esta vez sí respondió; toque su abdomen con mi mano, estaba algo húmedo, baje mi mano hasta su entrepierna y la metí dentro de su pantalón, su bóxer estaba seco y su pija no estaba tan blanda.

» Te pones rápido — solté entre besos apretando de a pocos su picha sobre la tela.

— No puedes imaginar cuántas veces he pensado en volver a vivir este momento, un poco más maduros los dos. Igual que tus labios se vuelven fácilmente una adicción.

Mi mejor tormento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora