Capítulo 69

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Logan

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Logan

— Álzate un poco — pedí y eso hizo — Así está bien — jadee un poco cuando me reacomodo nuevamente. Era de madrugada, leímos un poco y después de cierta cantidad de caricias y besos terminamos desnudos, Mia sobre mí, su espalda tocando mi pecho, mi verga pasando por debajo de su intimidad.

— ¿No necesitaremos condón?

— No, no te penetraré, pero si tienes uno, no estaría de más.

— Hace tiempo no hago nada parecido, me tienes fe si crees que tengo un — susurro, era agradable para mis oídos escucharla hablar bajo.

— Ja, Ja —mi risa era más ronca de lo normal, mi respiración algo agitada y jadeante — abre tus labios, pasaré entre ellos — en broma abrió su boca — esos no — dije soltando una pequeña risa.

— Estás muy prendido.

— Demasiado para ser exactos. — Sin más, con ayuda de mi mano y Mía, deslice mi pene por sus labios vaginales; fue agradable para ambos, algunos de sus vellos hacían contacto con mi glande, generando unas apetecibles cosquillas. — Ahora, cierra las piernas y si quieres cruzarlas, será más placentero, — me gustaba cuando seguía mis órdenes, cuando "me hacía caso".

— Lento y ve en aumento.

— Sus deseos son órdenes — con la respiración algo pesada empujé mis caderas hacia arriba, yendo y viniendo, generando un vaivén que se incrementa con el tiempo.

— Se... Se siente bien. — Suspiro, ubique una de mis manos en su cadera para aumentar aún más las "embestidas".  La otra mano la ubique en su cuello para ahorcarla un poco, — Morgan — jadeo, apretándose uno de los senos, ya no tenía la marca roja por la quemadura, sus nalgas cada vez chocaban más rápido y duro contra mi pelvis. Besé uno de sus hombros, hice un pequeño camino hasta su cuello dónde dejé un pequeño mordisco para gruñir a propósito cerca de su oreja.

— Ya casi, — Baje un poco la mano que tenía en su cadera para tocar ese punto tan sensible suyo, acariciarlo más. Mia empezó a temblar y pare, la frustración era evidente.

— No... ¿Por qué paras? — trato de no levantar mucho la voz.

— Ya lo agradecerás. — Fue evidente que mi erección baja en lo que Mia se recostaba en el colchón — abre las piernas — pedí, y sin refutar lo hizo, me levanté para que mi cuerpo quedase en medio de sus piernas, levanté un poco más sus piernas para encajar bien. 

Tome mi miembro «algo mojado por ambos fluidos» con cuidado lo pase entre sus labios húmedos, y calurosos hasta llegar a tocar una de las partes donde se encontraban la mayor cantidad de terminaciones nerviosas en su cuerpo. La cabeza hizo contacto allí generando algo de placer para ambos, repetí el movimiento varias veces lentamente; deslice una y otra vez mi pene por sus labios hasta llegar al clítoris dónde tentaba una y otra vez con pequeños empujes entre el glande y el clítoris. Cogí algo de ritmo, la vista era de las mejores, tomé uno de sus pezones con los dientes, escuché su grito ahogado, lo succione y pase al otro donde repetí el acto. Subí por su cuello dónde dejé un beso húmedo y llegué a su boca entreabierta la cual cerré al besarla, nuestras lenguas danzaron todo lo que pudieron.

El cosquilleo en mis pies y manos fue lo último que me hizo saber que llegaría, primero un pequeño chorro algo espeso y continúo a este llegaron otros dos, dejando gran parte del glande sensible. Liberar esa presión acumulada era de las mejores cosas que existía.

— Te odio — susurro con su respiración agitada tratando de regularse.

— Yo más — besé su frente y caí a un lado suyo, para no haber tenido una penetración fue un poco intenso cuando me corrí y ella soltó algunos chorros mientras arrugaba las cejas y cerraba sus ojos.

— Espero no se haya escuchado nada.

— Toma — tendí una camiseta para que limpiara los restos de semen.

— ¿Te quedarás?

— Si no te molesta.

— No lo hará, solo ponte algo de ropa, no vaya a ser que mi madre entre al cuarto y nos encuentre así.

— Claro — tome el pantalón y me lo puse — mi bóxer está húmedo y la camiseta... Ya sabes que ha pasado con ella.

— Ya que estás sentado, puedes pasarme mi ropa — pidió y eso hice.

— Las bragas están mojadas, ¿no pensarás ponértelas en ese estado?

— No lo haré, no está mal dormir sin ellas. Toma — tendió una manta — Yo dormiré con esta — cogió otra de sus mantas — Cada uno dormirá con mantas diferentes, de esta manera evitaremos algún lío con mi madre.

— Es lo justo.

— Y necesario. ¿Estás cansado?

— Un poco, me ha entrado sueño. Y ¿tú?

— También me han entrado ganas de dormir, le debo una cita a Morfeo.

— Pues que se vaya acostumbrando a no tenerte siempre que quiere, también tienes cosas que hacer aquí.

— Déjalo estar.

— Descansa princesa. — No sé si lo odia, solo sé que no es de su preferencia que alguien la llame así.

— Métete esa princesa por el culo. Qué descanses también amorcito de mi corazón — chincho.

— Guácala, no me decido que es peor amorcito o la oración completa.

— Eres masoquista, todo con tal de que te siga diciendo imbécil que me trae algo atontada por no decir que pendeja.

— De esta forma está mejor Adams.

— No te beso no más porque no quiero.

— Qué arrebatos.

— Se supone que ya nos dormiremos.

— Tú te pones a hablar, nada más te sigo el juego.

— ¿Tienes chip, interruptor o palan...?, Mejor no sigo, después dices cosas no aptas y terminamos en otras cosas menos durmiendo.

— Sí, tengo palanca; pero no sirve para apagarme, si la tocas me enciendo.

— Sabía que ibas a decir algo como eso — se acercó y dejó un pequeño beso en mis labios. Al romper contacto, tomé un pequeño impulso y esta vez yo la besé por un poco más de tiempo.

— Hum — suspiré al sentir un mayor contacto de su parte — Es mejor que nos separemos — dije como pude entre besos que venían de ambas partes.

— Sí — se separó finalmente para terminar de acomodar la manta que tenía — Descansa — se acercó a mi pecho pasando su lengua por mi tetilla y dejando una succión en mi cuello.

— Qué tengas lindos sueños — besé su hombro y me volteé para el lado de la cama dónde me sentía más cómodo hasta que caí en un profundo y dulce sueño.

Mi mejor tormento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora