Capítulo 11: Celos

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Esperar a que llegara la hora de ir a la feria literaria se me hizo eterno, pero cuando al fin llegó estaba completamente emocionada.

"Te veré en el parque Aka"

El parque Aka con Sesshomaru. La sensación rara en mi pecho volvió cuando pensé en él. Y nunca en mi vida me había preocupado tanto respecto a qué ropa usaría, o cómo debería verme, fue extraño hacerlo en ese preciso momento; me decidí por un vestido azul cielo y el cabello recogido en una coleta alta.

Caminé hasta el parque, llegué con cinco minutos de ventaja, así que me dediqué a contemplar los árboles y el vacío del parque en ese momento.

-¡Rin! –Me llamó agitado y aparentemente asustado. -¿Por qué rayos no atiendes el teléfono? ¿Por qué no me dijiste quien estaba internado en el hospital de mi padre?

-¿Kohaku?

-Tienes que venir conmigo.

-¿Qué por qué?

-Es... es Souta.

¿Qué?

-Rin. –Sesshomaru iba llegando del otro lado del parque, me nombró desconcertado al ver que estaba con Kohaku. Yo lo miré lamentándome, tratando de pedirle disculpas con la mirada.

Kohaku tomó mi mano y corrimos juntos al hospital sin decirle ni una sola palabra más y dejándolo solo.

Corrí tan rápido como pude, ni un solo taxi se aparecía por ahí para llegar más rápido, mis nervios se alteraron y mis manos comenzaron a sudar. No quería llorar estando en la calle con Kohaku, pero mi pecho estaba hecho un nudo, la culpa comenzó a bajar por mi estómago y la impotencia de no poder ir más rápido me abrumó. Pero una vez estando en el hospital, fue un poco más fácil moverme. Me quedé pegada al cristal mirando como tres personas vestidas de blanco revisaban todas esas aparatosas máquinas que lo rodeaban.

-No podemos entrar porque lo están estabilizando, tardará un poco.

-¿Él estará bien?

-Seguro que lo estará, mi padre es un buen doctor, le pedí que él mismo fuera quien lo atendiera. Quise traerte por si esto se complicaba más y teníamos que seguir otro procedimiento, pero creo que ya está todo mejor.

-Gracias...

-Dime, Rin, ¿por qué no me lo dijiste antes?

-Yo... no lo sé, perdón.

-Está bien, pero ahora que sé que se trata de tu hermano, ten por seguro que le tendremos un mayor cuidado, yo mismo me encargaré de eso.

No tenía noción del tiempo, solo deseaba que él estuviera bien, que no le pasara nada. Personas salían y entraban de su habitación, Kohaku los miraba serios, yo no sabía qué expresión tenía. No sé cuánto tiempo pasó hasta que salió un hombre de bata blanca.

-Padre. –Dijo Kohaku levantándose. -¿Cómo está el chico?

-Ahora está bien, muy bien.

El alivio entró en mi mente en cuanto dijo eso. Ya no habría de qué preocuparse, aunque todavía no despertaba.

Nos quedamos un rato más con él, los temas de conversación con Kohaku nunca se agotaban, por lo que ese tiempo se me hizo más llevadero. Pero me di cuenta de que ya era tarde, pasaban de las once de la noche, tenía que volver a casa, además no le había avisado nada a Sesshomaru. Kohaku fue a dejarme en su auto y me acompañó hasta la entrada.

-Gracias otra vez –Le dije abriendo la puerta, las luces de adentro en la sala estaba encendidas.

-Es nuestro trabajo.

-No solo eso, te tomaste la molestia de ir a buscarme, quién sabe por dónde estuviste antes de hallarme.

-Busqué por todo Japón, te buscaría por todos los lugares que fuesen necesarios. –Bromeó. –Además no respondías el celular.

-No me di cuenta de que la batería se había agotado antes de salir.

-No importa, debo irme, cuídate.

-Tú también.

Se giró para irse, pero se detuvo en un instante para volverse y abrazarme, yo correspondí el abrazo, él enserio era un gran amigo.

Cuando vi que Kohaku subió a su auto, me decidí por entrar a la casa; no sin antes soltar un gran suspiro para despejarme.

-¿Se puede saber qué estuviste haciendo? –Me interrogó en cuanto entré a la casa; su voz no solamente sonaba fría como siempre, sino que también sonaba furiosa.

-Perdón. –Hablé corita.

-Y además, ¿por qué ese tipo se toma la libertad de tomarte de las manos y abrazarte cuando ni siquiera se conocen?

-Kohaku es mi amigo, no es ningún desconocido. Además, con quien me tome de las manos y me abrace es asunto mío, no tuyo.

-Por supuesto que es asunto mío, mi deber es cuidarte, se lo prometí a tu hermana.

-Pues una cosa es cuidarme y la otra meterte en mis asuntos.

-¿Tus asuntos? ¿Te divertiste en tus asuntos? ¿Fue mejor irte con ese tipo que conmigo? Mira eso de dejarme plantado e irte corriendo con otro en mi cara, y decías que el de los malos modales era yo. –Decía fúrico acercándose a mí.

-Tú ni siquiera entiendes, no sabes nada.

-Que no sé nada, ¡por favor!

-Sí, fue grosero dejarte así, lo siento. ¿Estás feliz?

-¿Ahora estás enojada? El ofendido aquí fui yo. ¡Te fuiste con otro hombre que no soy yo!

-¡Pues si no fueras un patán y escucharas no estaría enojada!

-¡¿Qué quieres que escuche? ¿Que te fuiste a no sé dónde con ese tipo y me dejaste ahí como un idiota?

-Ni siquiera entiendes.

-¡¿Qué debo entender?!

-¡Que no eres el único ser humano en el mundo que tiene problemas!

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora