Bastaron solo un par de semanas para que Souta estuviera con nosotros, finalmente en casa. A pesar de que usaba muletas para poder caminar, él se estaba adaptando bastante bien. Había cosas que aún no podía hacer, como comer comida pesada, salir a lugares con mucha gente o hacer actividades que requieran esfuerzo, pues aún se encontraba un poco débil; a pesar de todo eso, era una bendición que al fin estuviera con nosotros.
Pero no solo le costó físicamente, todo esto fue un duro golpe para todos, sobre todo para él. Cuando Kagome y yo le contamos sobre nuestros papás fue como sacudirlo fuertemente, claro que sufrió mucho, pero también estaba agradecido por estar vivo, y nosotras estábamos agradecidas por tenerlo al fin de vuelta. Y, por otro lado, aunque él ya había conocido antes a InuYasha cuando eran novio de mi hermana en la universidad, le costó un poco asimilar que ya estaban casados; también sintió nostalgia por nuestra vieja casa, aunque seguía siendo nuestra propiedad, teníamos que estar viviendo en la nueva casa de Kagome e InuYasha. Sin embargo, fuera de todo eso, estar felices los cuatro juntos era como un sueño.
-¿Qué quieres que prepare para cenar? –Le pregunté por la tarde. Kagome e InuYasha trabajaban casi todo el día, y como yo tenía vacaciones, podía encargarme de la casa.
-¡Ramen!
-Aún no puedes comer ramen, ¿qué te parece pescado al vapor?
-Si quieres verme llorar, entonces el pescado está bien.
-Vamos, comeremos lo mismo todos juntos para que no te sientas mal, verás que pronto el doctor dirá que estás mejor y podrás comer lo que quieras.
-¿Y si le preguntas a Kohaku si puedo comer ramen?
-No voy a molestarlo solo para preguntarle algo de lo que ya sé la respuesta. Además, seguro está ocupado, no quiero interrumpirlo.
-Él nunca estaría ocupado para ti, Rin. –Dijo burlón.
-Jovencito insolente.
-Estoy dándote una excusa para llamarle al chico que te gusta y tú no lo aprovechas, qué hermana más torpe que tengo.
-¡Él no me gusta! ¿De dónde sacaste eso?
-¿Acaso crees que no sé nada? Aunque es muy vago, recuerdo algunas de sus palabras mientras estaba dormido, estoy seguro de que le gustas y mucho, creo que también te gusta, ¿no es así?
-Tal vez le gusto, y a mí no me parece desagradable, pero de todos modos no quiero salir con alguien ahora.
-¿Es por el hermano de InuYasha?
-N...no, no es eso. –Mi humor decayó rápidamente, como una pesada roca hundiéndose en el mar.
-Él no me agrada, aunque hayas hablando bien alguna vez de él y de que me fue a ver al hospital a "presentarse como se debe", lo que te hizo mientras fueron novios y lo que te hizo después hacen que lo deteste. Además, estoy enojado contigo porque no me has hablado de eso.
-Souta... No hay nada de qué hablar, lo de Sesshomaru ya pasó, no quiero salir con alguien ahora, ¿de acuerdo?
-Sí pasó, pasó cuando yo estaba dormido, pasó cuando yo como tu hermano no podía defenderte de patanes. –Soltó en reclamo. –Y ahora que puedo escucharte de verdad no quieres decirme nada.
-Bien... ¿Quieres que te cuente? Te lo voy a decir. –Le advertí sentándome junto a él en el sofá de la sala. -¿Desde dónde empiezo?
-Desde el principio, tonta.
-Seguro, genio. Bueno... La primera vez que vi a Sesshomaru fue camino a la escuela, yo ya iba tarde, no alcancé a tomar el autobús, corrí lo más rápido que pude a la escuela y a punto de llegar, un auto pasó junto a mí llenándome de lodo y suciedad; logré verlo a través de la ventanilla, vi su rostro prepotente y desinteresado, memoricé su rostro en un instante, pero él ni siquiera me miró. La primera vez que cruzamos palabra fue ese mismo día en el trabajo de Kagome, lo llamé zoquete y él se burló de mí, lo odié al instante, imagínate el coraje que sentí cuando habíamos terminado emparentados a causa de que InuYasha y nuestra hermana se casaron, y más aún cuando vino a la casa a cuidarme por tres meses. Al principio, convivir con él era muy difícil, nos llevábamos horrible, y la presencia de su amiga con derechos no ayudaba mucho; pero poco a poco ambos fuimos descubriendo facetas distintas entre nosotros. Él me protegió de un gran problema que tenía en mi anterior escuela, yo descubrí su pasatiempo favorito, ambos comenzamos a complementarnos el uno al otro, poco a poco me enamoré de él. Aunque quien me confesó sus sentimientos primero fue él, él mismo declaró que estar juntos era imposible y que deberíamos mantener la mayor distancia, esos días fueron dolorosos para mí, él también la pasó mal; finalmente decidimos que, aunque fuera difícil, nos esforzaríamos para estar juntos. Fui muy feliz en ese tiempo, creí que estaríamos juntos por siempre, y aunque teníamos peleas seguidas e incluso un par de ellas muy feas, sentí que podríamos contra todo. Pero, muy en el fondo, siempre sentí que alguien como él nunca podría tomar en serio a alguien como yo; alguien tan perfecto nunca podría estar realmente con una niña como yo.
-No digas eso, ese tonto no merece a una novia como tú.
-Aunque ahora lo digas, la mayoría del tiempo pensaba eso, a pesar de que me esforzaba por vivir feliz con él. Incluso cuando Kagome e InuYasha regresaron, seguimos saliendo a escondidas de ellos. –Reí. –Pero todo terminó cuando alguien, no sé si él u otra persona, subió una foto mía alegando que tenía más de esas; eran fotos que solo Sesshomaru debía y podía tener, en ese segundo sentí que mi vida se acabó. Lo dejé, dejé de salir por un tiempo, pero Kagome, InuYasha y Kohaku me apoyaron mucho, y mírame, estoy bien, mucho mejor ahora que estás al fin con nosotros.
-Vaya, no creí que había sido tan difícil para ti, pensé que se trataba de algo más simple. Perdón por obligarte a recordarlo.
-No pasa nada, te digo que estoy bien... Ahora, ¿en qué término quieres tu pescado?
-Bien cocido, por favor.
-De acuerdo.
De repente, alguien llamó a la puerta en medio de nuestra charla, me dirigí a atender y al hacerlo, me encontré con que era Kohaku quien venía a visitarnos, trayendo una caja blanca de cartón y un ramo de flores consigo.
-Hola Rin, vine a verte... Ah, este, vine a ver a tu hermano, bueno, quise venir a ver cómo estás, no, este... Vine a ver cómo está tu hermano, no tú. Bueno, también pude venir a ver cómo estás tú, pero por lo que veo estás preciosa... Quiero decir, tu hermano está precioso... ¡No! Tú eres... bueno, ¿c...cómo están? –Tartamudeó nervioso, pasando nudos que se formaban en su garganta a cada segundo.
-Hola, Kohaku. –Lo saludé sonriendo. –¿Quieres pasar?
-¿P...pasar? ¿Yo?
-Sí, ven. –Reí tomándolo del brazo para traerlo dentro. –Siéntate, te traeré té.
-Gracias. Oh, traje esto para ti. –Dijo entregándome el ramo de gerberas rosas. Las tomé delicadamente y le agradecí con una sonrisa.
-Gracias, son muy bonitas, las pondré en agua, espérame aquí con Souta.
-A ti te traje algo dulce, no puedes comer nada pesado pero este postre es bueno para ti.
-¡Genial! Al fin algo bueno y sabroso.
Los escuchaba desde la cocina, mientras buscaba un florero para el ramo y servía una taza de té.
-Una razón más para considerarte un buen cuñado.
-¡Sota! –Lo regañé. –Perdónalo, es algo imprudente a veces. –Me disculpé con Kohaku entregándole el té.
-Descuida, no me molesta, de hecho, me alegra que esté tan sano como para bromear.
-¿Qué te trae por aquí?
-Bueno, como dije, quería ver cómo está Souta, y de paso, quise venir a verte a ti. Desde que Souta no está ya no es necesario que vayas al hospital, así que quise venir yo mismo.
-¿Quieres quedarte a cenar? Cenaremos el desabrido pescado de mi hermana. –Lo arribó Souta.
-No quiero molestar.
-No es una molestia, al contrario, deberíamos disculparnos nosotros por ofrecerte comida sin sabor.
-¡Souta!
-Descuida, puedo decirte qué condimentos puedes agregar al pescado para que sepa mejor sin que afecte tu recuperación.
-Por favor, vive con nosotros para siempre. –Le rogó exageradamente.
-Si no te comportas me encargaré de quemar tu pescado. –Le advertí.
La tarde fue cálida a partir de ese momento, Kohaku me ayudó a cocinar y más tarde llegaron mi hermana e InuYasha. Aunque tuvimos que soportar incómodas bromas por parte de Souta e InuYasha, la cena fue divertida y amena. En el centro de la mesa lucía el ramo de gerberas rosas, fresco y alegre, el reflejo de los rosados pétalos parecía calcarse en las mejillas de Kohaku, quien de vez en cuando, me dedicaba avergonzadas miradas y risas nerviosas. Me ponía feliz tenerlo cerca, me ponía feliz verlo sonreír, el ramo de flores dándole color a la mesa me ponía feliz. Y aún más feliz me hacía imaginar a Kohaku buscando las flores que le parecieran más bonitas solo para traérmelas.
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Nos pertenecemos (Finalizado)
FanfictionÉl estaba lejos de mi alcance, tan lejos que daba lástima, yo era la que daba lástima. Era ridículo solo el hecho de pensar en que yo podría llegar a gustarle; era una niña, una ilusa niña. Sin embargo, también era una mujer, una mujer frágil, muy d...