Cuando Sesshomaru y yo comenzamos a salir por primera vez tuve miedo.
Cuando me confesó lo que sentía por mí y comenzamos nuestra particular relación, todavía tenía miedo de que no fuera en serio, temía que en realidad no me quisiera como tanto lo decía. También temía por la reacción de nuestros hermanos, de lo que dirían o pensarían de nosotros por comenzar a salir.
Pero esta vez no le temí a nada.
A ambos nos dieron de alta casi al mismo tiempo, aunque Sesshomaru se encontraba mucho más delicado que yo, él insistió en regresar a casa. Pudo escapar de los doctores, pero no de Kagome, quien lo obligó a quedarse de nuevo en nuestra casa para mantenerlo vigilado. Pasando el tiempo, mi brazo se había recuperado y pude volver a hacer todo con normalidad; mientras que Sesshomaru seguía trabajando desde casa en lo poco que InuYasha lo dejaba hacer respecto a la compañía.
-¿Seguirán encargándose de la presidencia? –Le pregunté a Kagome mientras conducía para llevarme a la universidad.
-Sí, aunque si esperamos más tiempo no sé qué pueda pasar, los accionistas hace tiempo que dudan de la capacidad de Sesshomaru para dirigir, y su larga ausencia no le ayuda para nada.
-¿Desde hace cuánto es eso?
-Realmente desde que asumió la presidencia, cuando su padre se retiró. Los directivos le pusieron altas las expectativas, él ha hecho un gran trabajo, pero siempre se la ponen difícil.
-Ya veo...
-Nunca te lo contó, ¿o sí?
-Habla muy ambiguamente de su trabajo, casi nunca responde cosas en concreto cuando le pregunto. Sabes cómo es, no dirá nada que lo haga lucir débil o incapaz.
-Lo sé, pero creí que a como había cambiado estando contigo, podría al menos contarte cómo se siente al respecto.
-Tal vez solo necesita tiempo.
Y tiempo era lo que nos sobraba a partir de ahora.
Porque a pesar de que pasara gran parte de mi día en la universidad, podía llegar a mi casa y estar con Sesshomaru toda la tarde. Podía llegara a contarle todo lo que había aprendido ese día, mostrarle mis apuntes de clase siempre parecía ponerlo de buen humor. Varias veces llegó a mí el recuerdo de las ocasiones en las que él me hablaba de fotografía y yo, aunque no entendía mucho, podía escucharlo así por horas; esa vez yo le hablaba de histología y fisiología, que eran las clases que más me gustaba. El parecía encantado con cada palabra que decía, me miraba con una atenta sonrisa hasta que terminaba de contarle todo lo que podía.
Él me hacía tan feliz.
-Me dejarás practicar contigo cuando te recuperes por completo, ¿verdad? –Le pregunté estando en su habitación, luego de contarle cómo uno de mis compañeros terminó casi llorando por no querer que lo inyectaran en la práctica de los de enfermería.
-¿Y que me desangres? No lo sé.
-Vamos, estás casi al cien por ciento, estoy segura de que, en la próxima revisión, el doctor dirá que ya estás perfecto. Además, soy una buena alumna, seguro saldrá bien, solo será un poco de sangre para mi clase de biología.
-Tendré que confiarte mi vida entonces.
-Seré responsable. –Le respondí. –Oye, hace días que quería hablar de esto, pero no encontré cómo... ¿Qué harás respecto al trabajo? ¿Por qué no me habías contado que los accionistas eran unos patanes contigo?
-¿Qué ibas a hacer tú, niñita? ¿Ibas a ir a regañarlos por no respetar a tu novio? –Se burló despeinando mi cabello.
-Aunque no pudiera hacer nada, pudiste habérmelo contado. –Me quejé apartando su mano. Me incorporé y me arrodillé en la cama quedando así un poco más alta que él. –Somos una pareja, debes contarme cosas importantes como esta... No, así no sea importante, debes contarme todo. –Le pedí tomándolo de las mejillas mirándolo a los ojos, él asintió como respuesta.
Perderse en la mirada de ese hombre era algo sencillo, el ámbar de sus iris era lo bastante hipnótico como para sumirme enteramente en su existencia. Poder mirarlo era precioso, poder estar así de cerca y contemplar sus perfectas y finas facciones era sublime; él era condenadamente hermoso.
-Te amo. –Solté involuntariamente, como si su mirada me obligara a decirlo.
-Yo te amo a ti. –Respondió tomándome de la cintura para atraerme hacia él y besarme tiernamente. A comparación de otras veces, sus labios acariciaban los míos tímidamente, su boca temblaba con una ligereza apenas perceptible; parecía tener miedo, pero no sabía por qué. –Te amaré sobre todas las cosas. –Susurró. –Incluso si tengo que volver a separarme de ti por mil años, te seguiré amando hasta que me muera.
-Qué tétrico suenas. No hables de separarnos, nunca te dejaré otra vez.
-Perdón.
Yo sabía que no había nada qué temer, porque en ese momento no habría poder humano en la tierra que me hiciera apartarme de él, permanecería a su lado todos los días. Sin embargo, la nostálgica forma en que lo dijo y su temerosa manera de besarme me dejaron inquieta, con una espina en mis pensamientos que contaba fastidiosamente los latidos de mi corazón.
Esa noche dormí con él, para asegurarle que no me iría nunca, que me tendría cerca para siempre; y también para calmar mi taquicardia. Él me abrazó toda la noche y me dijo incontables veces que me amaba, yo lo besé cada que me miraba. El universo entero se comprimió esa noche en su habitación, todas las constelaciones voltearon a mirar nuestra unión, todo parecía ir más lento cuando lo besaba, y seguro que toda la materia envidió nuestro amor. Dormir con él fue como haber dormido tres días enteros, soñar aspirando su aroma fue como cristalizar las causes oníricas que mi memoria maquinaba sintiendo su piel.
Pero al despertar, pude entender su silencioso miedo, y de haberlo sabido, lo hubiera besado con aún más intensidad.
Porque esa noche fue la última en la que dormí con él. Porque a la mañana siguiente se fue sin decir nada.
Porque desde ese día él nunca regresó.
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Últimos capítulos de su telenovela favorita, "Nos pertenecemos"
Jijiji ok no. Pero es verdad, nos encontramos en la recta final de nuestra preciada historia. Estoy verdaderamente agradecida con todxs ustedes por el inmenso apoyo que le han dado al fic y a mí; gracias por sus hermoso comentarios y sus valiosos votos.
¡Lxs adoro! 🥰💖
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Nos pertenecemos (Finalizado)
Fiksi PenggemarÉl estaba lejos de mi alcance, tan lejos que daba lástima, yo era la que daba lástima. Era ridículo solo el hecho de pensar en que yo podría llegar a gustarle; era una niña, una ilusa niña. Sin embargo, también era una mujer, una mujer frágil, muy d...