Capítulo 17: Tengo que trabajar

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No sabía qué era lo que más me cautivaba de Sesshomaru, su forma de ser, de hablar, la forma en que prestaba atención a cada detalle de lo que hacía o decía, o que fuera tan apuesto. O quizá todo junto, quién sabe. Lo que sí sabía era que estaba enamorada, y quería dar lo mejor de mí para que lo nuestro funcionara, quería demostrarle cuánto lo quería todos los días, quería hacerlo sonreír a todas horas.

-Buenos días. –Lo saludé terminando de servir el desayuno.

-Buen día. Perdón por nunca cocinar para el desayuno, siempre te levantas antes que yo.

-No importa, me gusta cocinar.

-Déjame hacer algo para la cena.

Me sentía en las nubes, no creí que todo pudiera ser más perfecto.

Cuando iba a subir al auto para que me llevara a la escuela, él abrió la puerta del copiloto.

-Siempre has ido atrás, ¿no crees que es momento de que vayas junto a mí? –Propuso evitando hacer contacto visual conmigo. Sonreí y sin decir nada más, subí al auto.

La verdad, aunque me sentía sobradamente feliz, mis nervios también aumentaban un poco, ahora ambos estábamos juntos, no quería echar nada a perder.

-¿Quieres que pase a recogerte después de la escuela? –Me preguntó.

-No quisiera molestarte.

-No es molestia recoger a mi novia. –Pero qué malditamente lindo sonaba eso. Sonreí sintiéndome sonrojar, gesto que lo hizo sonreír a él también.

Una vez llegando a la escuela no quería separarme de él aún, quería seguir mirándolo todo el día.

-Si fuera por mí no te dejaría ir nunca, pero debes asistir a clases, te veré a las tres, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

-Ten un buen día.

-Y tú.

Bajé del auto y me dirigí al salón. No cabía de la felicidad, por alguna razón todo se veía mucho mejor, los colores de alrededor lucían más brillantes y todos en la escuela parecían estar más felices.

-Te ves radiante hoy. –Me dijo Kohaku. -¿A qué se debe el honor de poder ver tu sonrisa?

-No es nada, solo hace un buen día.

No podía esperar la hora en que pasara por mí a la escuela, las clases pasaban lentas, y a comparación de lo que cualquiera creía, estar pensando todo el tiempo en él solo me ayudaba a hacer mejor mis trabajos en clase.

Cuando al fin la campana que marcaba el final de mi última clase sonó, me apresuré a guardar mis libros en mi mochila, utilicé la pantalla de mi celular como espejo para acomodar mi fleco lo mejor posible, incluso pellizqué un poco mis mejillas, Kagome me dijo una vez que pellizcar un poco mis pómulos hacía que adquirieran un color rosado natural. Me encaminé por los pasillos hacia la salida y Kohaku me alcanzó cuando bajaba las escaleras.

-Rin... ¿te vas ya a casa?

-Sí. –Le dije emocionada.

-Si tienes tiempo... Bueno, me gustaría invitarte a una cafetería que está cerca del hospital de papá, no sé si ya la conozcas, pero tienen un nuevo postre que quisiera probar contigo, ¿te gustaría venir conmigo?

-Lo siento Kohaku, pero pasarán por mí... -Su mirada se agachó un poco. –Pero podemos planearlo mejor otro día, claro que me gustaría probar el nuevo postre contigo, además podríamos pasar tiempo en el hospital con mi hermano.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora