Capítulo 15: De vuelta al inicio

1K 114 46
                                    

-¿Qué? –Me hizo enfurecer, y desapareció todo rastro de valentía y seguridad que había existido en mí hace unos instantes. –Me besaste, me confesaste lo que sentías, me trajiste a tu cama... ¿y dices que no podemos tener nada? ¿Qué es lo que quieres? ¿Besarme cada que se te antoja y pretender que no hay nada más?

-No es por eso... Rin, sigues siendo pequeña.

En ese momento él seguía sobre mí apoyándose de sus brazos. Pero al escucharlo decir esa palabra, la cólera me ayudó a tumbarlo hacia un lado y levantarme de la cama.

-Eres un idiota. –Solté con rabia y me dispuse a salir... Pero no podía abrir la puerta. Giré la perilla y el seguro torpemente, pero estaba tan enojada que nada me salía bien, me veía ridícula.

Una pequeña risa salió de sus labios como si intentara contenerla, eso me hizo enojar más, pero por más que hacía no podía abrir la tonta puerta.

-¿Necesitas ayuda? –Me habló un poco más calmado.

-No necesito ni quiero nada de ti.

-Auch, eso dolió, Rin.

-No digas mi nombre, no eres digno de llamarme por mi nombre. –Le dije de manera altanera clavando mi mirada en la perilla, no me atrevía a mirarlo a cara.

-Quizá no, nadie sería digno de pronunciar un nombre tan bonito como el tuyo, pero a mí me encanta hacerlo... Rin.

Caminó hacia mí y me acorraló entré él y la puerta, tomó mis manos para posarlas en la perilla.

-Te ayudaré a abrir la puerta, pero debes escucharme, ¿vale?

-No quiero escucharte.

-Rin... por favor escucha, no quise decir eso. –Se acercó a mi oído para poder hablar más despacio. –No sé desde cuándo comencé a sentirme así, pero lo siento, aunque tampoco he logrado comprenderlo del todo. ¿Sabes el miedo que tenía porque te dieras cuenta? Pensarías que estoy enfermo, tengo veinticinco años.

-Y yo estoy a un mes de cumplir dieciocho.

-Lo sé... Pero Kagome me pidió cuidar de ti. ¿Qué crees que haga cuando se entere de que intenté llevarme a la cama a su hermanita?

-Pero no me hiciste nada. –Dije al fin poniéndome cara a cara con él.

-Eso no significa que no quiera.

-No lo entiendo... Solo te gusto por eso, ¿es todo lo que quieres hacer conmigo? ¿Por eso no quieres estar conmigo de otro modo?

-No, por supuesto que no... Tú eres una persona maravillosa, eres inteligente y divertida, me siento libre cuando estoy contigo... Me gustas, lograste cautivar a este tonto.

-¿Qué hay de tu novia Kagura?

-Ella no es mi novia, tonta.

-Pero ella te habla con apodos cursis y sales con ella todo el tiempo. Además, ella me lo dijo.

-Es cierto que salgo con ella a veces... Pero ella sale con otros hombres; nosotros solo pasamos noches juntos, sin ser nada... Y a todo esto... ¿Cuándo hablaste con ella?

-Eso no importa... El tema aquí es que, si ella no es el motivo, lo demás no importa... ¿o es que te da pena que te vean con alguien como yo?

-El problema no es lo que dirán de mí, sino de ti. Lo que dirán en tu escuela, lo que dirán tu hermana o InuYasha, lo que todo el mundo dirá de ti.

-¿Qué haremos entonces? ¿Seguir en la misma casa como si nada pasara durante todo el mes antes de que tengas que irte?

-Eso es lo que hacíamos antes de confesar lo que sentíamos, no habrá problema alguno.

-¡Para mí sí habrá problema!

-Perdóname entonces, no debí alterar tu mente con todo esto. Llegarás tarde a la escuela, es mejor que nos preparemos. –Hace solo unos instantes sonaba tan sensible y vulnerable, ahora había recobrado su tono frío y distante. Era el mayor tonto de todos los tontos, haberme confesado todo lo que sentía para después hacer como si nada, quizá no se sentía así en realidad, quizá la única tonta aquí era yo.

En un segundo él abrió la puerta sin dificultad alguna, me quedé en silencio un par de segundos con la esperanza de que él dijera algo más, pero no, nada por parte de él mía, ya no había nada que hablar; el trato tan crudo y simple que teníamos cuando nos conocíamos regresó a nosotros, si acercarnos más iba a hacer que los dos sufriéramos, entonces era mejor no hacerlo. Aunque ese pensamiento no evitó que esa noche llorara hasta quedarme dormida.

Nos mantuvimos por dos días enteros sin dirigirnos la palabra, salvo si era estrictamente necesario. Ya no me preguntaba qué quería para cenar, ya no me deseaba que tuviera un buen día en la escuela. Y era mejor así, después de todo así nos tratamos desde el principio; si nunca nos hubiéramos comenzado a llevar bien y a mostrar interés el uno en el otro, este desastre nunca hubiera sucedido, nunca me hubiera enamorado de él, nunca me habría confundido, nunca me habría ilusionado y nunca me habría lastimado. Pero la herida ya estaba, la sola idea de que Sesshomaru también llegó a sentir algo por mí agitaba mi corazón, no podía evitar sentir lástima por nosotros; quizá si yo fuera un poco mayor o él un poco menor no habría problema, quizá si no fuera el hermano mayor del esposo de Kagome, quizá si yo fuera un mejor prospecto...

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora