El sonido estrepitoso de mi puerta siendo golpeada me hizo despertar de un salto. Cuando presté un poco de más atención, me di cuenta de que también clamaba mi nombre furiosamente.
-¿Qué es lo que quieres? –Le dije de mala gana envolviéndome entre las sábanas. No tenía ganas de abrirle ni de escucharlo, había trabajado en mi tarea hasta tarde y no quería desperdiciar un sábado levantándome tan temprano.
-¡Te he dicho un montón de veces que metas la leche al refrigerador! –Me reclamó desde fuera.
-Hazlo tú.
-Ya no puedo hacerlo porque se echó toda a perder. Además, volviste a dejar la secadora conectada en el baño. –Siguió reclamando mientras entraba a mi habitación. –Despierta, te estoy hablando.
-Quiero seguir durmiendo. Eres tan molesto.
-Lo que es más molesto es que insistas en dejar todo desordenado. ¡Eres tan irritante!
Arrojé las cobijas y me levanté sobre la cama para poder quedar al menos un poco más alta que él.
-¿Yo soy irritante? Tú siempre dejas cabello tirado por todas partes, pareces perro, es molesto tener que andar quitando cabellos de los sillones, de la alfombra y hasta de mi ropa.
-Pues tienes suerte, en tan solo un mes ya no tendrás que soportar mi cabello regado por tu casa.
-Y en un mes ya no tendrás que preocuparte porque la leche se eche a perder o que deje conectada la secadora.
-¡Bien!
-¡Perfecto!
Salió y azotó la puerta. Era regular pelear de ese modo una vez que tomamos más confianza en nuestra relación. Que si alguien había dejado en otro lugar el control remoto, o si alguien había dejado alguna luz prendida innecesariamente. Sin embargo, al final de cuentas solo eran peleas sin sentido, que al poco rato terminaban solucionándose con un abrazo y una disculpa. Y, a decir verdad, era cierto lo que dijo: nos quedaba un mes viviendo juntos, en un mes, mi hermana y mi cuñado volverían y terminarían de arreglar la casa de Sesshomaru. No podíamos desperdiciar ese mes peleando por tonterías; así que decidí ir a disculparme, pero cuando abrí la puerta, él ya estaba ahí.
-Rin...
-Perdóname. –Me adelanté a decir. –No volveré a dejar esa cosa conectada, meteré la leche al refrigerador, pero no te enojes conmigo.
-Tú perdóname a mí, no debí reclamarte así. –Se disculpó y me abrazó, para luego besar mi frente. –Tengo algo para ti. –Agregó mostrándome una bolsa color marrón. –En cuanto lo vi no pude evitar pensar en ti y en lo hermosa que te verías con esto. Hoy saldremos y tienes que usarlo, ¿de acuerdo? –Tomé la bolsa algo confundida, pero emocionada, ¿eso contaría como una cita?
Le di las gracias con un beso en la mejilla y me dispuse a arreglarme, cuando abrí la bolsa me di cuenta de que era un hermoso vestido color morado, con tela ligera y brillante. Me lo probé con mucho cuidado, me quedó perfectamente; me apresuré a arreglarme lo mejor que pude, dejando mi cabello suelto y poniendo un poco de brillo en mis labios.
Cuando bajé a la sala, él tenía una pequeña maleta ya preparada; vestía de ropa casual, haciéndolo lucir mucho más relajado de lo que usualmente se veía entresemana vestido de traje.
-Sabía que te quedaría bien. –Me dijo al mismo tiempo que sonreía de lado.
-¿Qué llevas ahí?
-Todo lo que necesitamos para tomar las mejores fotografías del mundo.
Luego de desayunar, nos vimos envueltos en un largo viaje en auto que parecía no tener rumbo.
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Nos pertenecemos (Finalizado)
FanficÉl estaba lejos de mi alcance, tan lejos que daba lástima, yo era la que daba lástima. Era ridículo solo el hecho de pensar en que yo podría llegar a gustarle; era una niña, una ilusa niña. Sin embargo, también era una mujer, una mujer frágil, muy d...