Capítulo 22: Te protegeré

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Le sonreí con nostalgia y, egoístamente, me atreví a sentir lástima por mí misma. Si tan solo me hubiera podido enamorar de Kohaku y no de Sesshomaru, las cosas serían más fáciles. Podría contarle a mi hermana que estaba saliendo con un dulce chico de mi clase y que además cuidaba a Souta como si fuera su propio hermano, podríamos caminar de la mano sin escondernos de nadie, la gente no nos miraría extraño, ni tampoco me heriría. Pero las cosas no podían ser así, caí cautivada por Sesshomaru, sí que era una masoquista.

-Kohaku... -Con trabajo logré articular su nombre. –Perdóname... Me siento alagada de que un chico tan lindo como tú me confiese algo como eso, pero ahora no puedo ni siquiera responder.

-¿Y quién dijo que necesitaba respuesta? Te di un secreto a cambio del tuyo. No debes sentirte presionada por esto, solo quiero que sepas que muchas personas pueden llegar a quererte, no estás sola. Yo soy tu amigo y lo seré siempre, hasta que me digas que no me quieres más a tu lado, estaré siempre para ti y para Souta.

-Gracias. –No podía decir más, aunque alguien tan maravilloso como él mereciera más que un simple gracias, no pude decir más.

-¿Quieres que te cuente de las pruebas que le aplicaremos a Souta para que puedas contarle a tu hermana en cuanto regrese?

-¡Sí! –Respondí emocionada.

Pasé el resto de la tarde en el hospital con Souta y Kohaku; mi corazón ya no se sentía tan pesado, mi mente ya no estaba tan revuelta, mis sentimientos ya no estaban tan deshechos. Para cuando llegó la noche, Kohaku me ofreció llevarme en auto, accedí y nos dirigimos a mi casa. Revisé mi teléfono con un poco de esperanza, pero, marcando la una y media de la mañana, no tenía ninguna llamada de Sesshomaru.

-Trata de estar tranquila, ¿de acuerdo? –Me dijo una vez arribamos a la entrada de mi casa. –Llámame si necesitas algo, o si pasa algo malo o si te sientes triste, ¿de acuerdo?

-Lo haré, gracias por todo lo de hoy, en verdad te lo agradezco.

-Para eso están los amigos. Descansa, deseo que todo salga bien.

Le sonreí y le di las buenas noches, saqué mis llaves para abrir, pero antes de hacerlo, la puerta de la casa se abrió intempestivamente y de inmediato me encontré con un Sesshomaru ansioso, como nunca antes lo había visto; su corbata estaba desaliñada, su cabello estaba alborotado, sus pupilas estaban contraídas y su mandíbula remarcaba lo tenso que estaba.

-¡Rin! –Me nombró como si mi presencia se tratara de un milagro, enseguida dirigió su mirada hacia el auto de Kohaku y por un instante, una ráfaga de ira atravesó su mirada. –¿Dónde demonios habías estado? ¿Qué hacías con ese idiota?

-¿A ti qué te importa? –Dije despectivamente mientras entraba a la casa. –Al menos él está usando traje y no un bonito sostén.

-¿De qué diablos estás hablando? ¿Es una maldita broma? Es la una de la mañana, no sabía dónde estabas o a dónde habías ido, estuve tratando de llamarte cientos de veces, pero ni siquiera entraba mi llamada, te busqué en la jodida escuela, en las cafeterías, en las librerías, incluso en el hospital de la familia de ese imbécil, pero ni siquiera me dejaron entrar a la habitación de tu hermano. –Me dijo hablando en el borde de la desesperación.

-¿Qué? No tengo ni una sola llamada tuya. –Saqué mi teléfono y le mostré la sección de llamadas. Lo miró por un par de segundos y luego volvió su mirada hacia a mí.

-¿Acaso estás jugando? Tienes el maldito teléfono en modo avión, ¿cómo iba a poder llamarte? –Miré yo misma para confirmarlo, había olvidado por completo que lo puse en modo avión cuando llegué a la habitación de Souta.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora