Capítulo 41: Cien rosas

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Hola mis solecitos. ¿Cómo están? Lo prometido es deuda, ¡de nuevo tenemos maratón de capítulos! Por favor, disfrútenlos mucho y recuerden dejar su voto y sus preciosos comentarios. ¡Lxs amo! 💕💕💕

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Cuando Kohaku fue a mi casa a cenar presentándose oficialmente como mi novio, mi familia no podía estar más contenta. InuYasha trató de mostrarse autoritario y sobreprotector, pero no tardó en contentarse cuando Kohaku le prometió que me cuidaría en la universidad; por otro lado, Kagome no paraba de remarcar lo lindo y educado que era. Y por su parte, Souta no dejaba de decir que estaba contento de que estuviera con alguien de mi edad y no con alguien que solo trajera problemas, además de que estaba más que satisfecho por los regalos que Kohaku les había llevado.

Y yo, claro que estaba feliz, quería a Kohaku y había muchas cosas en él que me gustaban. Pero desde que estábamos juntos, sentía que algo nos faltaba; no sentía mariposas revoloteando de mi estómago a mi corazón cuando me besaba, me sentía a salvo cuando me abrazaba, pero había una calidez que no podía acoplarse a la mía. Tal vez a medida que estuviéramos por más tiempo juntos podría sentirme más cómoda estando con él.

Cuando fue hora de que Kohaku partiera a su casa lo acompañé a la puerta.

-Perdona si mi familia te abrumó. –Me disculpé en la acera frente a mi casa.

-¿Bromeas? –Me preguntó tomándome entre sus brazos para cargarme. La sorpresa por su gesto me hizo reír. –No hay hombre más feliz en la tierra que yo. Parece un sueño que al fin seas mi novia, no puedo creer que al fin puedo tenerte así de cerca. Me hace feliz estar con tu familia, ver tu sonrisa, me hace feliz que por fin puedo estar a tu lado... Te quiero, Rin.

Yo no le podía responder, por supuesto que lo quería; pero siempre que él me decía que me quería, un nudo espeso y confuso se formaba en mi pecho y las palabras simplemente no salían. Cuando eso pasaba me limitaba a sonreír o hacía cualquier otra cosa con la que pudiera responderle. Cuando él me decía que me quería yo sonreía y lo abrazaba, cuando él decía lo mucho que le gustaba yo besaba su mejilla, cuando él me pedía que nunca me fuera de su lado yo solo tomaba su mano y le sonreía mirándole a los ojos.

-Te quiero como no tienes idea. –Me susurró. Yo lo miraba hacia abajo, cargándome quedaba un poco más alta que él. En esa ocasión tampoco pude responderle con palabras.

Por eso, con mucho cuidado tomé su rostro con mis manos y me acerqué a él para besarlo en los labios. Despacio, con toda la delicadeza del mundo. Besar a Kohaku se sentía como estar en un ambiente de paz, él era cuidadoso en cada beso; sin embargo, no agitaba mi corazón como lo hacía Sesshomaru.

El repentino ruido de la puerta de un auto siendo cerrada con agresividad me hizo separar mis labios de los suyos, giré rápidamente y lo vi. Lo volví a ver después de tanto tiempo, traía puesto un traje gris, sus maletas se divisaban dentro del auto haciéndome pensar que había venido directo desde el aeropuerto hasta aquí; tenía una expresión perpleja y una mirada decepcionada y dolida. Traía consigo un enorme ramo de rosas blancas, las rosas que solo él sabía cuánto me encantaban. Traía rosas blancas y el corazón roto.

-Buenas noches, señor Sesshomaru. –Kohaku lo saludó alegremente, cortando de tajo el emocional instante en que nos volvimos a ver.

-Rin... -Me nombró débilmente, parecía que apenas y podía articular las palabras. –¿Q...qué estás haciendo? Suéltala. –Reclamó acercándose con pasos entre cortados, parecía que podía perder la cordura en cualquier momento.

Kohaku me bajó, pero no me soltó, incluso me pegó más a él cuando Sesshomaru estuvo justo frente a nosotros.

-¿Disculpe? –Kohaku no se inmutaba ante el alterado semblante de Sesshomaru.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora