Capítulo 46: Paradas

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-¿Lo harás entonces?

-No estoy diciendo eso... Pero, ¿qué harás si eso pasa?

Ella miró fijamente hacia el suelo y lo meditó unos segundos, y luego de un profundo suspiro me habló con paciencia.

-¿Y qué quieres que te diga? Si lo quieres y él a ti no podría hacer nada; debo admitir que desde el principio me sorprendió mucho darnos cuenta de que se querían. Pero si algún día quieres estar con él de nuevo no te lo impediré. Aunque temo que te lastime de nuevo.

-No fue él quien me lastimó, fueron otras personas. Tardé un poco entenderlo pero...

-Pero te lastimaron por él, si no te hubieras acercado a él eso quizá nunca hubiera pasado.

-No pude evitarlo, después de todo no pude estar lejos de él.

-Lo sé, enamorarse no ocurre a propósito. Cuando se conocieron se detestaban tanto, nadie nuca hubiera imaginado que esto terminaría así. Confío en que puedas tomar una buena decisión respecto si a estar con él o no, por eso te lo dejo a ti; solo piénsalo bien, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

-Te apoyaré en lo que decidas. –Me dijo con una sonrisa.

-No tienes opción, eres mi hermana mayor. –Respondí abrazándola.

-Tienes razón.

No sabía si estábamos listos para volver, no estaba segura de cómo fluirían las cosas si volvíamos a estar juntos. Lo único que tenía claro era que nunca podría dejar de quererlo.

El resto de la tarde me la pasé encerrada en mi habitación, no quería tener otro encuentro como ese con Sesshomaru. Bueno, en realidad sí quería, pero lo que más necesitaba era estar tranquila para pensar, y él lo único que hacía era agitar mi corazón y embobarme cuando lo veía.

Pero en medio de la noche, un ligero ruido me hizo removerme entre mi cama y abrir los ojos. Alguien tocaba despacio a mi puerta, miré el reloj y marcaba las dos de la mañana; qué broma de mal gusto despertarme en la madrugada. Me levanté a regañadientes y frotando mis ojos abrí la puerta.

Era Sesshomaru, quien, a pesar de la poca luz de la habitación, lucía precioso con el cabello despeinado.

-Si no me das una buena razón para que me hayas despertado voy a golpearte. –Lo amenacé adormilada.

-Me preguntaba si querrías ir mañana conmigo a alguna parte.

-Esa no es una buena razón. Toma esto. –Dije somnolienta estampando mi puño contra su estómago, pero él ni se inmutó. –¿No podías esperar hasta mañana para decirme?

-También quería verte.

-¿Verme así de desvelada?

-De todos modos, te ves preciosa.

-¿A... a dónde quieres ir? –Pregunté nerviosa.

-Por ahí... Además, debo conseguir algunas cosas, regresaré pronto a mi casa.

-¿Para qué vas a ir a tu casa? Te quedarás solo, de todos modos, aún no puedes ir a trabajar. Es mejor que te quedes aquí, así al menos cenamos todos juntos. –No quería que se fuera, desde que mis papás murieron no había tenido cenas tan bonitas o la casa llena de armonía. Ahora que ya había recordado cómo era tener cerca una familia no quería que terminara nunca.

-He vivido solo por mucho tiempo, estoy acostumbrado.

-Entiendo. –También entendía esa costumbre a la soledad; la había hecho mía durante casi toda mi vida. Hasta que él llegó a mi mundo, hasta que él se dio cuenta de lo rota que estaba, de repente la soledad me asustaba, me aterraba el hecho de llegar a estar sin él o sin mi familia y quedarme completamente sola. Todo había sido por él.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora