Capítulo 5: Pizza para cenar

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Él nunca comía en la casa, apenas y cruzábamos unas cuantas oraciones en el día, iba a dejarme a la escuela todas las mañanas y regresaba a la casa lo suficientemente cansado como para no cenar, en unos días ya me había acostumbrado a ello.

El primer fin de semana que pasé en la nueva casa me dediqué a ordenar mi habitación, puse las fotografías de mis padres y mis hermanos, ordené mis libros y pegué un par de posters de mi banda favorita; esa nueva habitación comenzaba a parecerse a la antigua, solo que el triple de grande. Cuando todo había tomado la mejor forma posible, sentí que me había ganado algo rico de comer, así que decidí bajar por un bocadillo; tomé el libro que en ese entonces estaba leyendo, mi celular y mis audífonos y salí, pero a mitad del pasillo el separador de hojas cayó debajo de una puerta, esa puerta era de la habitación de Sesshomaru... Rayos.

Toqué para que me lo devolviera o yo pudiera pasar a recogerlo, pero después de llamar varias veces nadie abrió. Decidí entrar por mi cuenta solo para recuperar mi separador; giré la perilla lentamente, entré en silencio y con la mirada lo busqué. Pude notar que su habitación estaba completamente ordenada, en la cama había más fotografías y una cámara profesional. Aunque sabía que no debía mirar, quise hacerlo, en realidad eran muy bellas; las tomé entre mis manos y las miré con cautela, esta vez se trataban de paisajes con colores cálidos y máculas brillantes, luego miré la cámara, "ST", tenía grabadas sus iniciales. ¿Por qué insistía tanto en ocultar que tenía un don tan bonito? Su empresa después de todo estaba enfocado en lo visual.

-¿Qué diablos haces aquí? –Me sorprendí, giré intempestivamente sosteniendo las fotografías en mis manos que comenzaron a temblar.

-Y...yo... Mi separador... la puerta... el libro... comida. –Estaba sumamente nerviosa, en primera porque me había encontrado dentro de su habitación sin su permiso, en segunda por las fotografías, en tercera porque él aparentemente recién había salido de la ducha, puesto que no llevaba nada más que una toalla alrededor de su cintura y su cabello y su cuerpo lucían mojados.

-¿No puedes hablar bien? Siempre hablas entre dientes y tartamudeas, no tienes idea de cuánto me molesta eso.

-Pues no puedo hablar de otra manera porque das miedo.

-¿Q...qué?

-N...nada. –Me arrepentí de inmediato.

-Repítelo.

-No tiene caso... ya me voy. –Olvidándome del tonto separador intenté salir, pero su mano me detuvo del brazo.

–¿Qué quieres decir?

-Olvídalo... Perdón.

-Habla.

Sabía que seguiría insistiendo, así que suspiré y traté de hablar lo más claro posible.

-No creo que yo te agrade tanto. –Hablé mirando al piso. Sería incómodo tratar de verlo a la cara estando así. –Te portaste muy grosero el día en que nos conocimos cuando yo iba camino a la escuela, te agradezco por no decirle a Kagome las cosas feas que te dije, pero, siempre actúas como si estuvieras enojado conmigo y eso me hace difíciles las cosas... Lo siento.

-No... yo lo siento. –A pesar de que su voz seguía siendo fría, sentí esas palabras más reales de lo usual.

-Descuida, pero me gustaría que intentáramos llevarnos mejor si es que vamos a ser familia... por nuestros hermanos.

-Bien. –Masculló, no sé si estaba tan de acuerdo con ello, pero logré que me soltara.

-Bien... ¿Quieres comer algo? –Le dije saliendo de la recámara.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora