Capítulo 45: 184 días

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Aunque nuestra relación había terminado, entre Kohaku y yo, las cosas no cambiaron mucho; aún podíamos seguir hablando de las cosas que nos gustaban como si nada, aún iba a dejarme a mi casa cada que tenía oportunidad, claro que con menos frecuencia que antes, pues toda su atención había dejado de estar enfocada en mí; y eso me hacía feliz, me gustaba la idea de que pudiéramos irnos soltando poco a poco.

Por otro lado, quien ahora me dedicaba su completa atención era Sesshomaru, pues ahora que estaba viviendo en mi casa de nuevo, usando la misma habitación que la vez pasada, ocupando el mismo lugar en la mesa del comedor, colgando sus llaves en el mismo lugar de siempre; eran nostálgico y hermoso.

Cuando me iba a la universidad él siempre estaba puntualmente en la puerta de mi habitación para desearme un buen día. Para cuando llegaba, ya no tenía que preocuparme por preparar la cena, pues él ya lo habría hecho, cocinando siempre las cosas que más me gustaban. Él se estaba esforzando mucho en mejorar, y eso era conmovedor.

Las cosas poco a poco dejaron de estar tensas en mi casa, conviviendo los cinco: InuYasha, Kagome, Souta, Sesshomaru y yo, parecíamos cada vez más una familia. Cada momento en que podíamos estar juntos era muy especial, como a la hora de la cena.

-Rin, no has comido brócoli, come verduras o tu piel se pondrá fea. –Kagome me regañó a mitad de la comida.

-Es que a ella no le gusta el brócoli. –Sesshomaru intervino. –Te preparé a parte zanahorias para que no tengas que comer brócoli.

-¿Oíste eso? Me preparó zanahorias. –Me mofé de mi hermana.

-Cuñado, ¿quieres dejar de consentir a mi hermana? Tiene que comer más verduras.

-Mientras esté en mis manos, voy a darle todo lo que me pida. –Respondió con seguridad, su comentario me hizo tratar de encogerme en mi lugar.

-Dejen de ser tan cursis si no quieren que regrese la comida de mi estómago aquí mismo. –Souta se quejó.

Ahora que nuestros hermanos sabían la relación que habíamos tenido y que ambos nos seguíamos gustando, Sesshomaru era mucho más descarado en demostrar afecto hacia mí; lo hacía sin ninguna pizca de vergüenza, disfrutaba haciéndolo. La verdad era que a mí también me parecía lindo, pero a veces no podía evitar sentir algo de pena cuando lo decía frente a todos y tan notoriamente, no me molestaban sus cumplidos, sino el molesto escándalo que hacían InuYasha y Souta.

-De acuerdo, de acuerdo... Entonces, díganme cuándo puedo regresar a la empresa, me siento confinado sin poder salir. –Sesshomaru cambió de tema.

-Será pronto, en cuanto podamos recuperar a los proveedores y retomar el proyecto que tiraste a la basura. –Explicó InuYasha. –Ve todo el desastre que hiciste por una mujer, fuiste ridículamente infantil. –Lo fulminó fúrico.

-No puedo creer que hayas hecho todo eso en tan poco tiempo. –Me quejé, me sentía culpable, pero yo no era razón suficiente como para que él haya desordenado toda la compañía. –Estas a días de cumplir veintiséis, no debiste poner tanto en juego por tus sentimientos.

-Si ya terminaron de lamentarse por mí, ya me voy. –Habló recobrando su habitual tono de voz neutro y frío, se levantó de la mesa sin decir nada más y en silencio subió a su habitación.

Todos en la mesa nos quedamos callados mirándonos mutuamente. ¿Me habría pasado de cruel con mis palabras? No sabía con certeza cómo estaba sobrellevando el asunto de la compañía y yo lo regañé duramente, quizá lo había lastimado. ¡Qué tonta!

-Creo que debo ir a disculparme con él.

-No es necesario, ya se le pasará. –Exclamó InuYasha.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora