Capítulo 49: Mal estado

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-No puedes verlo todavía. Él... Su estado es un poco más grave, tiene un par de costillas rotas, además el parabrisas del auto se partió en tres partes, dos de ellas se encajaron en su espalda, una se convirtió en pequeños fragmentos dentro de su cuerpo y otra perforó parte de su pulmón. Hace horas que está en cirugía; están haciendo todo lo posible por extraer los cristales de su tejido y de salvar sus pulmones.

-¡N...no! Fue mi culpa, él me cubrió. Quien debería tener los pulmones perforados soy yo. ¿Por qué todos a quienes quiero deben sufrir tanto?

-No tiene caso asignar culpas ahora o discutir quien debería estar más grave, y si ese fuera el caso, el culpable soy yo, yo vi todo y no razoné a tiempo.

-Claro que no, si no hubiese sido por ti ni Sesshomaru ni yo estaríamos con vida.

-Rin, estás despierta. –Dijo Kagome apresurándose a estar junto a mí.

-Qué torpe, ahora soy yo quien tiene que venir a verte al hospital. -Habló Souta, quien ya tenía los ojos llorosos.

-Lamento preocuparlos tanto... Pero, ¿están bien? ¿Kagura no les hizo nada?

-¿Kagura?

-Me dijo que los tenía encerrados en la casa.

-Rin, estamos bien, nadie nos hizo nada, no había sabido de Kagura desde las fotos hasta ahora, tal vez solo quiso asustarte. No creo que intente nada más contra ustedes al menos por un rato, ella desapareció casi sin dejar rastro, pero la están buscando, ella tiene que pagar por lo que les hizo.

-¿E... en serio?

-Ya no hay nada de qué preocuparse por ahora.

De verdad deseaba eso, deseaba con todas mis fuerzas que ya no tuviéramos que preocuparnos por nada nunca más, que al fin pudiéramos vivir en paz después de todo lo que hemos tenido que pasar.

Las horas después de eso se me hicieron pesadas y largas, aunque disfruté tener la completa atención de mi familia por estar lastimada, no podía tomar agua sin sentir dolor y la comida del hospital era triste y simple. Pero, sobre todo, el no poder ver a Sesshomaru me tenía afligida, sentía mi pecho comprimirse a cada segundo que pasaba sin saber de él.

-Ven, te llevaré a un lugar. –Kohaku me arribó entrando a mi habitación con una silla de ruedas.

-Aleja eso de mí, puedo caminar sola.

-No puedes desobedecer las órdenes de tu doctor. –Bromeó.

-Vamos en la misma clase, somos colegas.

-Solo coopera, ¿sí?

Él me llevó a lo largo de los pasillos; todo el personal e incluso algunos pacientes lo saludaban con una gran amabilidad. Él era un sol, esparcía su calidez por todo lugar que pisara.

-Llegamos. –Dijo abriendo la puerta de una de las habitaciones, dejando ver a Sesshomaru recostado.

Su pulcro rostro lucía pequeños rasguños a causa del choque, él también tenía suero conectado a su muñeca, además estaba siendo monitoreado aún más rigurosamente. Pero estaba bien, lucía tan tranquilo y en paz así.

-¿Él está a salvo? –Le pregunté a Kohaku.

-Está bien, solo necesita descansar, debes cuidarlo muy bien, ¿de acuerdo? No quiero ser mal tercio, los dejaré solos, vendré a verte en un rato para devolverte a tu habitación.

-Muchas gracias.

Nos dejó solos y pude dedicarme a mirarlo con toda la calma del mundo. A pesar de los rasguños él no dejaba de lucir hermoso, su respiración era un vaivén ligero, sabía que jalar aire debía dolerle demasiado, pero se miraba tan en calma que parecía que no era así.

-Ese chico... ¿no puede dejarte en paz? –Habló con dificultad.

-Estás despierto... ¿cómo te sientes?

-Mucho mejor ahora que al fin puedo verte.

-Perdóname, estás así por mi culpa. –Dije con un nudo en la garganta.

-¿De qué hablas? Estoy bien, un par de días en cama y estaré como nuevo.

-Sí claro... Kagura... Mi hermana dijo que desapareció, ella ya no puede hacernos daño. Ya podemos estar juntos sin que nadie se interponga, no dejaré que nada más me separe de ti.

-¿Dices estar juntos? Hace unos días dijiste que debíamos darnos un tiempo, además justo cuando estaba a punto de declararme de nuevo esa loca empezó todo este desastre.

-¿Bromeas? Estuvimos a punto de morir, casi te pierdo, no dejaré que nada me aparte de ti nunca más.

-Entonces deja de llorar y bésame. –Dijo con una sonrisa.

Sin más reparos me acerqué a él con todo el cuidado del mundo para no lastimarlo, me apoyé de mi brazo bueno y al fin pude besarlo sin culpa, remordimiento o ningún tipo de cautela. Sus labios estaban secos, mi boca temblorosa trataba de transmitirle toda mi necesidad por él con un solo beso, aunque creía que eso era imposible.

-Te amo. –Susurré separando mis labios ligeramente.

-Al fin. –Musitó con ansia. –Al fin dijiste que me amas. –Sonrió y me besó de nuevo.

Sus suspiros se extinguían en mi boca, lentamente posó su mano en mi cabeza para acariciar mi cabello, su tacto era tan suave como siempre. Supe así que el lugar al que yo pertenecía era junto a él; no importaba donde fuera, mi lugar era a su lado.

-¡Agh! No puede ser, ¿no pueden esperar a que ambos estén recuperados para hacer este tipo de cosas? –Las quejas de InuYasha nos hicieron separarnos de golpe. –Maldición, ¿cómo "desveo" algo?

-Guarda silencio, InuYasha, estamos en un hospital. –Kagome lo reprendió.

-¿Acaso no viste lo que están haciendo nuestros hermanos? Uno viene aquí a ver cómo se encuentran y andan haciendo toda una escena.

-Sí, sí. Ellos han pasado por mucho, mejor los dejamos solos. –Le dijo jalándolo de regreso a la salida.

-¿En serio vamos a dejar a Rin sola con ese torpe?

-En ese estado no creo que le haga nada.

-P... pero...

Y la puerta se cerró tras ellos.

-¿Qué tan probable será eso?

-¿Qué cosa?

-Que no pueda hacerte nada en este estado. –Dijo pícaro.

-Eres un tonto.

-Un tonto con una novia hermosa.

Desde ese momento, finalmente volvimos a estar juntos. Pudimos volver a ser una pareja y permanecer juntos, nada nos apartaría otra vez; tal vez todo al fin podría estar bien.

Pero si algo había aprendido durante todo lo que hemos pasado, fue a no dar nada nunca por sentado. 

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora