-¡Necesita anestesia general! Conéctenlo de inmediato.
No podía siquiera parpadear en momento como ese, mis movimientos debían ser precisos, mis manos conocían la intensidad exacta que había que aplicar para obtener las medidas justas de la anestesia.
A seis años de comenzar a estudiar medicina, ya era costumbre realizar prácticas en hospitales asistiendo a los profesionales. Todos los días eran pesados, pero emocionantes, mi verdadera vocación era ayudar a los demás, por eso me esforzaba al máximo en todo lo que hacía. Eran pocos los ratos que tenía para descansar, había olvidado lo que se sentía holgazanear en mi habitación un viernes por la noche. Pero, aunque no tuviera tanto tiempo libre, todavía me daba tiempo pensar en Sesshomaru.
-¿Cuántas horas dormiste hoy? –Me preguntó a la hora del almuerzo.
-Tres, ¿y tú?
-¡Ja! Cuatro. Tengo suerte, hoy nos toca doblar turno.
-¿Otra vez?
-Se llevaron a varios de los practicantes al centro oeste, abogué para que nosotros nos quedáramos aquí, agradece que solo tendremos el turno nocturno en lugar de estar en ese horrible laboratorio.
-Tienes razón, gracias. Kohaku, siempre eres tan oportuno.
-Lo soy, ¿cierto?
-¿Cómo va la planeación de la propuesta?
-De maravilla.
-¿Seguro que tendrás tiempo para todo?
-¡Claro que sí! Ya te lo he dicho muchas veces, soy un prodigio, puedo con todo, incluso si aún no nos graduamos, puedo mantener mi atención en la carrera, en la propuesta y en mi futura esposa sin ningún problema.
-Eso si ella acepta, acaba de graduarse como internacionalista, no entiendo cómo es que no puedes esperar un poco más.
-El amor no espera, aunque sé perfectamente que tu caso es la excepción. –Dijo haciendo referencia a mi espera por el regreso de Sesshomaru. – Ahora vamos, seguro que nos necesitarán en urgencias con tantos asistentes ausentes.
Con cuatro años de relación, Kohaku estaba por pedirle matrimonio a Kanna, nuestra antigua compañera de preparatoria. Me parecía preciosa la idea de verlos juntos, porque después de graduarnos de la preparatoria, volvieron a coincidir en una de nuestras prácticas comunitarias. Cuando comenzaron a salir, no creí que pudiera existir una pareja igual de linda que ellos, ambos eran dulces y tiernos, aunque demasiado empalagosos para mi gusto, pero ellos encajaban perfectamente. Ahora Kohaku planeaba pedirle ser su esposa con una despampanante propuesta que había estado planeando desde hace dos meses.
-Higurashi, te necesitan en la sala 913 para suturación. –Me indicó una de las practicantes de enfermería.
Me apresuré a subir hasta la habitación que se me había indicado, se trataba de una zona aséptica, por lo que supuse que era más serio de lo usual. Me preparé lavando mis manos y colocando la protección esterilizada y me apresuré a atender al paciente. Mis piernas se paralizaron por un fugaz momento en cuanto la volví a ver.
Un tanto adormilada y confundida, esa tenebrosa chica permanecía recostada mirando el techo, con solo una de sus manos mostrando la carne viva, pero la otra ya no estaba. Una descarga recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, mi mente divagó confundida por unos segundos, pero como doctora no tenía tiempo para dudar, cada paciente era igual de valioso para mí.
Eché un vistazo a su tejido y supe de inmediato qué hacer.
-Usemos anestesia regional. –Le indiqué a la enfermera que me asistiría. –Hola, soy una de las practicantes de este hospital y te atenderé hoy, vamos a anestesiarte esta parte del brazo para comenzar suturar, dime cuando sientas el efecto, por lo regular no tarda más de dos minutos, mientras tanto, por favor, cuéntame qué pasó. –Le hablé con toda la paciencia que me era posible en ese momento.
-En el trabajo, mis brazos se atoraron en la procesadora. –Respondió con voz ceniza.
-Entiendo, los cirujanos hicieron un excelente trabajo con tu brazo izquierdo, tu mano derecha sufrió una lesión menos grave así que yo me encargaré, ¿de acuerdo? Haremos lo mejor posible.
-No creí que algún día me ayudarías. –Dijo turbando mis pensamientos, pero yo no le respondí, en cambio, comencé a hacer lo que debía. –Eres tú, ¿cierto? Eres Rin. No puedo creer que una niña miedosa como tú se convirtiera en doctora. ¿En verdad eres doctora? ¿Sabes lo que estás haciendo?
-La señorita es muy buena en lo que hace, no se preocupe por nada. –La enfermera abogó por mí.
-Mira eso, aún debes ser defendida por alguien más.
-Tienes el nervio de fuera, ¿y ni así puedes dejar de decir cosas horribles? –Le hablé al fin, pero sin perder la concentración en lo que hacía.
-Ah, ahora sí hablas. ¿No es detestable ayudar a alguien como yo? ¿Por qué no le pides a alguien más que lo haga?
-Lo siento, es mi deber, ayudaré a quien me necesite. Perdona si no te sientes cómoda, terminaré rápido.
-Tampoco pensé que me pedirías perdón por algo algún día.
-Claro que no tonta, ¿de qué iba a disculparme contigo? ¿Acaso creíste que algún te diría "Perdón por no quejarme cuando me golpeabas"? –Inquirí serena, sin alterarme ni un poco, mi aguja atravesando su piel era lo que más tenía mi atención.
-Sí. –Respondió sin más.
-Claro...
-Nunca te quejaste, ni una sola vez. Era tan molesto que nunca te quejaras, no importaba las cosas que te hiciéramos no hacías nada. Parecías solo un costal de algo, no sé... Me enojaba que no te defendieras, eras repugnante; por eso te molestaba día tras día.
-No lo entiendo, lo que hacía o cómo me comportaba no tenía nada que ver contigo. Nunca te di ni una sola razón para hacerme lo que me hiciste. Y no solo tú, nunca le di ninguna razón a nadie para que me trataran mal o me ignoraran. –No creía que en realidad le estaba diciendo eso a esa horrible persona, nunca pensé que algún día podría confrontarla y cuestionarla de esta manera, y todo de una manera tan neutra.
-Ya sé... Todo fue porque quise, porque me llenaba de coraje que no dijeras ni una palabra, por eso volvía a hacerlo al día siguiente. Eras patética. –Luego me hecho un rápido vistazo de arriba abajo. –Sigues siendo patética, aún con esa ridícula bata blanca.
-Y tú eres horrible.
-Ya lo sé.
-Entonces era eso... Pero, aunque dejé de estar a tu alcance cuando me cambié de escuela insististe en seguirme hasta ahí, ¿por qué lo hiciste si ya no me veías? No había necesidad de ir a verme siendo patética hasta otra escuela.
-¿Por qué? Porque conseguiste salir de esa fea escuela llena de idiotas indiferentes, porque te volviste miembro de una familia importante, porque conseguiste un novio ridículamente guapo y rico, porque dejaste de ser miserable. Porque avanzaste, y yo me quedé estancada.
-No lo justifica, tonta. –Dije armando limpiando la zona una vez que terminé.
-Ya lo sé, estúpida... Y hoy en día parece que sigue siendo igual, avanzaste cada día más. Pero ya no tengo ganas de molestarte, oficialmente te dejo en paz, doctorcita.
-No te agradeceré si eso piensas.
-No importa, sé que me agradecerás por dentro.
-Terminamos aquí, descansa por unos minutos, yo volveré en un momento.
-Lo siento. –Susurró cuando estuve a punto de salir de la habitación, pero yo no respondí.
.-.-.-.-.-.-.-.-
Recuerden que estamos en la recta final de nuestra amada historia, no se olviden de seguirme para enterarse de nuevas obras.
Mil gracias por leer, nos leemos luego. 💖
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Nos pertenecemos (Finalizado)
FanfictionÉl estaba lejos de mi alcance, tan lejos que daba lástima, yo era la que daba lástima. Era ridículo solo el hecho de pensar en que yo podría llegar a gustarle; era una niña, una ilusa niña. Sin embargo, también era una mujer, una mujer frágil, muy d...