-¿Quieres ir conmigo a tomar algo? –Me dijo de sorpresa y con un tono más animado de lo normal.
-No sé, no tengo muchos ánimos.
-Es por eso mismo que te lo digo, estos días has estado tan distraída y distante. ¿Pasó algo en casa? ¿Puedo ayudarte?
-No pasó nada, descuida, perdón por preocuparte.
-Acompáñame, puedo al menos hacerte pasar un buen rato, si quieres podemos ir al hospital.
Kohaku terminó por convencerme, aunque realmente era difícil negarle algo ante su tono tan amable y su atenta manera de ser. Él era como un girasol con dinámicos pétalos amarillos, con un aura brillante y enérgica, podía animarme y sacarme una sonrisa incluso en el momento menos adecuado, siempre procuraba ayudar a nuestros compañeros de clase; era tan buen chico, a veces creía que merecía una amiga mejor que yo, él siempre me hacía sentir mejor.
Caminamos hasta la entrada de la escuela, esperaríamos a su chofer para que nos recogiera, pero en medio de la espera, el auto de Sesshomaru arribó justo frente a nosotros. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, lo que menos quería era verlo, ¿por qué iba por mí a la escuela? Sentí mi mirada tensarse e incluso retrocedí un poco.
-¿Estás bien? –Kohaku me preguntó preocupado tomando mi mano, acto que logró que el calor subiera a mis mejillas y las coloreara con un leve tono rojizo.
Por otro lado, Sesshomaru bajó del auto apresuradamente y sosteniendo un ramo con tulipanes en tonos cálidos, era sencillo pero hermoso. ¿Qué demonios pretendía? ¿Cómo se atrevía? ¿Venía a restregarme en la cara que le llevaba flores a otra chica? Apreté el agarre de Kohaku, quería irme, pero mis piernas no se movían; los nervios se apoderaron de mí cuando Sesshomaru nos miró tomados de las manos y su seño se frunció. Comenzó a caminar hacia nosotros, mis manos comenzaron a temblar y Kohaku lo entendió.
-Mejor tomamos un taxi. –Dijo decidido y me llevó de la mano lo más rápido que pudo, dejando a Sesshomaru con una expresión incrédula.
Tomamos el primer taxi que encontramos, en el camino Kohaku me insistió para saber qué había pasado entre nosotros. Tuve que mentirle diciéndole que lo había desobedecido y me había acusado con mi hermana causándome problemas, al parecer, esa explicación fue suficiente para él; me dolió tanto tener que mentirle, pero no podía contarle, al menos no en ese momento.
Las cosas realmente mejoraron cuando llegamos a la cafetería, me ayudó a olvidarme casi por completo de ese mal rato contándome anécdotas con su hermana mayor; me contó que ella se llamaba Sango y que tenía la misma edad que Kagome, ella igualmente se había casado recién con un joven llamado Miroku, quien no terminaba por agradarle del todo a Kohaku, pero que al final de cuentas era un buen hombre que amaba mucho a su hermana. Me alivió haber pasado la mayor parte de la tarde con él, aunque tenía que enfrentar a Sesshomaru más tarde. Kohaku me acompañó hasta mi casa, en donde me percaté que Sesshomaru se encontraba justo en la entrada custodiando la puerta, parecía perro, un perro guardián.
-Te veo mañana. –Se despidió de mí.
-Gracias por el día de hoy, me divertí mucho.
-Estaré para ti cuando me necesites. –Exclamó para después abrazarme, le correspondí tímidamente, me ponía un poco nerviosa que Sesshomaru estuviera presenciando todo esto. –Adiós.
-Avísame cuando llegues a casa.
Me dirigí cautelosamente a la casa, evitando mirarlo, pero me era imposible; Sesshomaru tenía un aspecto tan desaliñado, parecía que había estado haciendo rabietas como un niño pequeño.
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Nos pertenecemos (Finalizado)
Fiksi PenggemarÉl estaba lejos de mi alcance, tan lejos que daba lástima, yo era la que daba lástima. Era ridículo solo el hecho de pensar en que yo podría llegar a gustarle; era una niña, una ilusa niña. Sin embargo, también era una mujer, una mujer frágil, muy d...