4. El Rojo es mi Color (pt. 3)

390 56 15
                                    

Obviamente lo hizo para quedar bien frente a papá. Es lógico. Es algo casi predecible. Él quiere agradarle a mi padre, así que por eso me compró algo. Claro. No tiene nada que ver conmigo. ¡Pero qué estúpida había sido al pensar que tenía algún otro significado! Siendo así las cosas... No estaría tan mal si la abro, ¿o sí?

No. Eso es ridículo.

Dejo la caja sobre el escritorio, lejos de mí.

Ahora estoy con Samuel, ¿no? ¿En qué estaba pensando?

No estoy pensando, ese es precisamente el problema.

Entre la pesadilla y la cantidad de pintura que mi sistema debió haber absorbido después de mi pequeña batalla con Samuel es un milagro que aún piense con relativa claridad.

Y hablando de Samuel...

Alcanzo mi teléfono y reviso nuevamente la bandeja de entrada, los chats abiertos en WhatsApp, cualquier mensaje en Facebook, incluso reviso mi mail, sólo para estar segura de que realmente no me ha escrito nada. ¿Es en serio?

Quiero decir... Cuando se fue mi padre estaba a punto de asesinarme, y ¿diez horas más tarde él no ha escrito para preguntar si sobreviví a él? No quiero decir que es descortés, pero... La verdad es que descortés no es la palabra. Me inclinaría más por "desinteresado" o "descuidado", pero son dos palabras demasiado fuertes, y no quiero que comenzando nuestra relación sea eso lo que haya entre nosotros: palabras fuertes perdidas en el silencio.

Justo en el momento en el que estoy por apagarlo, vibra en mi mano.

Emocionada desbloqueo la pantalla, pero no se trata de Samuel, sino de Cedric.

"¿Te gustó?"

"¿Qué cosa?"

"No me digas que no lo has abierto"

"Está bien."

"No lo has abierto, ¿cierto?"

"Me pediste que no lo dijera, así que..."

"¿No piensa hacerlo?"

"Adiós, Cedric. ¿Quién te dio mi número, al fin y al caso?"

"Por lo general no se hace una pregunta después de decir 'adiós', Abril"

"Gracias por la lección, capitán, pero no tengo tiempo para esto".

"¿No vas a abrirlo?"

"No."

El siguiente mensaje toma unos quince minutos en llegar, minutos en los que estuve a punto de quedarme dormida.

"Vaya."

"Quince minutos y ¿eso es lo mejor que puedes hacer?"

"Lo siento, señoría, me declaro culpable de estar terriblemente cansado. Estás hablando con el cadi oficial de los juegos de golf Canonach-Ros de la temporada".

"Debes sentirte honrado, ¿me equivoco?"

"Ja, ja, ja... Muy graciosa. ¿No deberías estar molestando a tu novio, o algo por el estilo?"

Esta vez soy yo quien opta por no responder de inmediato.

Minutos más tarde recibo otro mensaje de su parte.

"Déjame adivinar: no es del tipo de enviar mensajes tarde en la noche. Claro."

Tampoco contesto a eso, y decido apagar el teléfono como lo había tenido pensado tan sólo milésimas de segundo antes de que me escribiera.

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora