6. Regina Dubh (pt. 3)

293 40 21
                                    

-¿Papá? - Lo busco en la sala de estar, pero no lo encuentro allí, así que me dirijo a su estudio. Empujo la puerta, y la escena que encuentro detrás me desconcierta por unos instantes.

Papá tiene su Libro abierto frente a él, sobre el escritorio de madera oscura, y si no lo conociera mejor, diría que está llorando.

-Uhm, ¿papá?

-Ah, Abril, tu madre te estaba buscando. Debe estar en la cocina. - Se frota los ojos como si estuviera cansado, pero ya he visto lo suficiente como para saber que no es eso lo que pasa.

-Iré con ella en un minuto. Papá, ¿está todo bien?

-Sí, querida, todo está bien. ¿Necesitabas algo?

-En realidad, así es. Mi teléfono, ¿recuerdas? Dijiste que me lo darías para poder, uhm... -suspiro y continúo, escupiendo las palabras entre dientes. - llamar a Cedric.

-Ah, claro, lo había olvidado. Tendrás que disculparme, estoy con la cabeza en otro lugar. - "Ya lo creo", pienso para mis adentros. Revuelve el primer cajón del escritorio, y saca mi teléfono del fondo. -¿Lo ves? No soy tan malo, A.

-Ajá.

-¿Perdón?

-Uhm... iba a decir algo más, pero lo olvidé por completo. ¿Dijiste que mamá me estaba buscando?

No espero a que conteste nada, y regreso sobre mis pasos. En el primer cajón de mí propio escritorio está la caja en la que guardé la tarjeta del teléfono. La vuelvo a poner en su lugar y espero pacientemente a que cobre vida antes de bajar. No es como si fuera a poder escribir, tampoco, así que ¿qué más da?

-Abbie, linda, ¿podrías alcanzarme la cinta de allí? No, esa no, la dorada. - Hago lo que mi madre me pide y sostengo la pequeña escalera auxiliar para ella. - Eso es. Perfecto. - La cinta era para decorar la lámpara de araña del comedor, que parece estar varios grados por encima de la temperatura exterior sólo y únicamente por la decoración.

-Todo luce espléndido, mamá. Este año te superaste, y eso ya parecía difícil. - Elogiar el trabajo de mi madre es una de esas habilidades de supervivencia que he aprendido a manejar perfectamente. De otra forma, no sería tan fácil convivir con las dos encarnaciones del perfeccionismo que son mis padres.

-No ha sido fácil, eso puedo asegurártelo. Esos tres vándalos se han empeñado en arruinar todo lo que quede a su alcance, así que opté por una decoración fuera del alcance de sus garras.

Como para acentuar sus palabras, uno de los gatos hace caer el mismo rollo de cinta que le pasé a mi madre hace unos segundos.

-¿Ves a lo que me refiero? - Levanta el rollo y al gato del suelo. - Voy a terminar empacando a estos amiguitos hasta navidad.

Sonrío y me concentro en recoger las cosas que mamá ha dejado abandonadas por ahí.

Antes de arriesgarme a abrir la boca de nuevo, verifico que la puerta del estudio de papá vuelva a estar cerrada con disimulo. Respiro hondo, y disparo.

-Mamá, hay algo de lo que quería hablarte... más bien es un favor que quería pedirte.

-¿Está todo bien?

-Sí, mamá, no te preocupes. Todo está bien.

-¿Entonces qué pasa? Tanto misterio me pone los pelos de punta.

-Odio tener que pedirte esto, pero ¿podrías ayudarme con papá? Él parece haber olvidado por completo quién es Samuel, y... bueno, tú lo has visto, sigue siendo el mismo de siempre. Es un buen chico y yo...

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora