EPÍLOGO: La Residencia de las Letras.

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El olor de la lluvia es lo primero que percibo cuando mis sentidos por fin se despiertan. Lo siguiente es la mano de Cedric en la mía. Lo siguiente es mi mano liberándose de la suya. Lo siguiente es la voz de Jules Oliver, chillona y desconcertante en el silencio del patio interior de la Residencia de las Letras.

-Su atención, por favor. -Repite, innecesariamente, por tercera vez. -Bienvenidos. Como todos los años, la Biblioteca se complace de recibirlos, Escritores nuevos y antiguos. Ahora recibirán sus asignaciones de habitación y sus implementos para los primeros días de trabajo. Los nuevos recibirán también su horario de clases. Les recuerdo que esta noche se celebrará el banquete de la Primera Palabra, al que todos están invitados. Los veteranos podrán explicarles a los primerizos cómo funciona. -Jules suspira y esboza una sonrisa forzada. -Bien, uhm...

En su nerviosismo, deja caer una libreta y la carpeta en la que llevaba cientos de hojas que salen volando y tapizan el suelo en cuestión de segundos.

Contengo una carcajada al tiempo que me agacho para ayudarla. Sí, para ayudar a Jules Oliver.

Carmesí hasta las orejas me arranca las hojas de las manos, y entonces me doy cuenta de que, a pesar de todo lo que ha pasado en los últimos meses, todo sigue igual.

Sé que el hecho de que sea la última en recibir la asignación es cien por ciento intencional por parte del french poodle. En este punto, sólo quedamos ella y yo en el patio. Hasta Cedric se ha marchado con una mirada que pretendía tener un gran significado, y que ignoré por completo. No lo habría dejado verlo, pero me tortura no poder dejarlo llegar hasta mí.

Ya fue suficiente. No puedo permitir que siga teniendo tanto poder sobre mí. Después de todo, él tiene la culpa de que hubiera perdido el tren que debía llevarme a otra vida mejor que esta.

-¿Con quién tuviste que acostarte para que te permitieran entrar aquí -Sisea la chicha, sacándome de mis pensamientos. Se deja caer en una de las cuatro bancas que se alinean en este corredor que rodea el patio, en el que hay una fuente seca. Por algún motivo, me siento amenazada por el estridente silencio que reina una vez el eco de sus palabras se pierde en la distancia.

-Quisieras que eso fuera cierto. Prefieres pensar que no merezco estar aquí a aceptar que no hay mejor lugar para mí. Que tengo Talento, muy a tu pesar.

-Eso está por verse. El grupo siempre se reduce, y si pudiera apostar, diría que serás la primera.

-¿La primera en qué?

-En ceder. Un consejo: la escalera detrás de la puerta del fondo lleva a la Torre. Trata de saltar hacia afuera, no hacia adentro. Limpiar la sangre de las baldosas es una ardua tarea, y no querrás sobrecargar al personal de servicio.

Aunque sea ella quien esté en una posición inferior (literalmente, pues está sentada y yo de pie frente a ella), sus palabras y la mirada que me dirige me hace sentir microscópica.

-Bien, aunque me encantaría quedare a charlar, tengo cientos de cosas que hacer.

-Por favor, no me dejes retenerte. -Respondo con sorna.

-Trata de no meterte en problemas... o en mi camino. Ah, y Felicia envía su amor.

Me entrega un par de hojas cosidas por la esquina, en las cuales encuentro escritas un par de líneas en la tinta vino tinto de la Biblioteca.

Hab 25. BRAY. Té.

7am. Des. Com.

8am. Esc. S4.

1pm. Alm. Com.

3pm. Esc. S4.

7pm. Cen. Com.

Una llave fue adherida al final de la página con un trozo de cinta.

¿Qué se supone que significa eso?

Supongo que lo averiguaré a la hora del té.

Me encuentro deseando que Cedric no se hubiera marchado. Desearía también algo de comer, pero esa es otra historia.

Bien o mal, Cedric podría ser mi único aliado aquí adentro, cosa que haría bien en recordar, ahora que Jules ha dejado muy claro que nunca podré llamar "hogar" a este lugar.

-Pareces perdida, pequeña A. -F me hace brincar por la sorpresa que se esfuma para ser remplazada por la felicidad de haber encontrado un rostro conocido.

-¡F! No sabes cuánto me alegra verte.

-Ya veremos si dices lo mismo mañana a esta hora.

-¿Qué?

-Mañana después de tu entrenamiento. Me odiarás, estoy seguro.

-Tú impartirás...

-No, no será una clase. Hay cosas que no pueden "enseñarse", pero que deben... ejercitarse, sería la palabra correcta.

-No sé qué se supone que signifique eso. ¿Debería preocuparme?

-Por supuesto que sí. -Espero un segundo a que sonría, como lo haría alguien después de hacer na broma, pero no lo hace, y me veo forzada a sacudirme la sensación de estar por caer en un abismo sin fin. Vuelve a hablar, para mi alivio -: Bien. ¿A dónde te diriges?

Le entrego el paquete de hojas que Jules me dio, y lo examina detenidamente.

-Sígueme. -Ladra, sin levantar la mirada de la hoja.

Atraviesa el patio a paso rápido, y desaparece por la misma puerta que se tragó a Cedric antes. Tengo que correr para alcanzarlo en el cavernoso pasillo.

Este lugar tuvo que haber sido tallado directamente en la piedra. ¿Cómo no lo había notado antes? ¿Qué otros secretos esconderá la fachada uniforme de ladrillos de mármol?

F gira a la izquierda y después a la derecha donde nos topamos con una puerta cerrada. De su cuello cuelga una llave que utiliza para abrirla.

La luz de otro patio inunda el corredor, y él se hace a un lado para darme paso.

-Suerte. -Dice solemnemente. -La vas a necesitar.

La puerta se cierra y oigo el pestillo corriéndose del otro lado.



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Cómo lo prometí, aquí está un fragmento del primer capítulo de "Las Crónicas de Ashbury: La Escritora", que empezará a ser publicada todos los jueves a partir del 1 de junio ^_^.

Un gran abrazo para todos, y ¡nos estamos leyendo!

-L

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora