6. Regina Dubh (pt. 6)

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Los sigo a lo que parece ser la entrada de un enorme comedor que se me antoja medieval por las paredes de piedra clara, la decoración, las mesas de madera maciza, y los candelabros que penden del elevado techo. Supongo que este es el comedor del personal de la Biblioteca. Nunca pensé en ellos como humanos que comieran, tanto como en autómatas que se dedicaban de lleno a los libros. Es extraño ver esta otra cara de las personas a las que tanto he aprendido a temer desde el incidente hace dos años.

Por medio de señas R le pide a una de las meseras del comedor la pizza de la que F habló antes. Esa es definitivamente otra de las cosas que jamás imaginé llegar a hacer con la Bibliotecaria. ¿Comer pizza? Cualquiera diría que Regina Dubh sólo come caviar en esas pequeñas galletitas que mamá tanto disfruta. Aparentemente ella también es más humana de lo que toda mi vida consciente me fue presentada.

-Así que... ¿Abril? - Pregunta F jugueteando con el servilletero frente a él.

-Sí, así es.

-Es un nombre extraño.

-F, compórtate, por favor. La idea es que la chica se sienta cómoda, no interrogada. - lo reprende la Bibliotecaria.

-Ya, lo siento. No acostumbro hablar con... personas, en general. - Si tuviera que hacer una lista de las mejores excusas de toda la historia, diría que esa estaría muy cerca del primer lugar.

-Está bien, sí es un nombre extraño.

-Sí, eso fue lo que dije. Bien, R decía que tuviste un problema con tu Libro hace años.

-Así es...

-Sí, sé que así es. Por favor déjame terminar antes de saltar con reiteraciones que no tienen cabida.

-F...

-¡Lo siento! Bien, decía que R me contó de tu problema hace un par de horas...

-Anoche. - Gesticula R en mi dirección. No puedo evitar sonreír. Es como estar manteniendo una conversación con el Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas, uno de mis clásicos favoritos.

-Así que por eso estaré presente en el ejercicio que la señora Bibliotecaria ha diseñado para ti.

-F estaba fuera de la ciudad al momento de tu Festival del Destino, A. Se me ocurrió que sería una buena idea, y que quitaría mucha presión de tus hombros si alguien completamente ajeno a los acontecimientos de esa noche te acompañaba en el proceso. Claro que la pregunta que debería hacer ahora es si estás dispuesta a hacerlo. Puede resultarte extraño lo que estoy a punto de pedirte que hagas, pero...

La misma mesera a la que llamó antes pone una pizza del tamaño de un plato mediano frente a cada una. F roba un trozo de la mía por ser la que más cerca está de él y la devora en un abrir y cerrar de ojos.

-Pero F tiene razón. Deberíamos comer antes de hablar de trabajo. - Dice ella sonriendo.

Cualquiera diría que Regina Dubh no pasa de los cuarenta, pero lleva poco menos de eso siendo la encargada de la Biblioteca de Ashbury, por lo que me resulta, además de incomprensible, muy inusual que esté sentada ahora mismo conmigo. ¿No tendría que estar atendiendo mil y un asuntos oficiales, o como sea que le digan a los asuntos que la Bibliotecaria debe manejar?

Terminamos de comer hablando poco o nada más, y regresamos a la oficina de F. R me conduce a un entrepiso que no había visto antes, y me pide que espere un momento.

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora