7. Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. (pt. 6)

203 38 3
                                    

Aprovecho que Felicia ha dejado la habitación para asearme y prepararme para el día. Imagino que estarán discutiendo un buen rato, así que el tiempo no me preocupa.

Pienso en llamar a Samuel, pero ¿qué haré cuando se haga más tarde? Decido esperar a que caiga la noche para hablar con él. Parece lo más adecuado, y además así no parecerá que busco una excusa para hablar con él, sino que en realidad quiero desearle un feliz año nuevo... Aunque no estoy segura de poder soportar esa llamada.

Siento una gran presión en el pecho, casi como si estuviera ahogándome, con sólo pensar que aunque sea sólo una pared lo que me separa físicamente de Cedric, hay años luz de distancia entre nosotros.

Hago mi mejor esfuerzo por parecer tranquila cuando salgo del baño, esperando encontrar una escena apocalíptica. En su lugar, encuentro a Cedric y a Felicia acurrucados uno junto al otro en el sofá-cama en el que él pasó la noche.

-Abbie, cariño, ¿podrías acompañarme? - Pregunta mamá, materializándose junto a mi. La miro extrañada, y ella continúa: -Afuera hace un clima maravilloso, y pensaba en ir a dar un paseo. ¿Qué dices?

-Uh... claro, sí, por supuesto. Estoy lista cuando tú lo estés.

-En marcha entonces.

Salimos de la cabaña, dejando al par de tortolitos solos. No se dieron ni por enterados de la aparición de mamá en la sala de estar, y no hay que ser un genio para imaginar que, ahora que tienen toda la casa para ellos, continuarán en dónde lo dejaron ayer. Papá y el señor Canonach salieron a pescar antes del amanecer, y la señora Canonach está en Cinderbury comprando algunas de las cosas que le hacían falta para la cena de año nuevo.

No cómo sentirme al respecto y no tengo tiempo para averiguarlo cuando mamá rompe el silencio.

-Olvidé mi chaqueta. - Dice, girando en redondo y caminando de regreso.

-No, espera, yo la traeré por ti. -¿Por qué, de todos los momentos, tuve que escoger precisamente éste para ser tan servicial?

Ella no dice nada mientras me alejo. Cuando estoy a pocos pasos de la puerta oigo la conversación que se mantiene en el interior de la casa.

-¿Qué hay con ella? - Pregunta Cedric. Si tuviera que apostar, diría que está más alterado de lo que nunca lo había oído.

-¿Crees que soy estúpida? Me di cuenta de que te quedaste mirándola. - Chilla su novia.

-No seas ridícula, ¿quieres? ¿Por qué razón me quedaría mirándola?

-¿Y yo que se? Escucha, Ceci, -¡¿"CECI"?! Esto es oro puro. Debo recordar usarlo en su contra más tarde. - no quiero que hables más con esa chica. Puede ser que tú no te des cuenta, porque eres tan encantador todo el tiempo, pero estas enviando las señales equivocadas.

-¿Qué se supone que significa eso?

-Que la chica va a empezar a... "interesarse" en ti si no tomas algo de distancia, cariñito. - Su voz es tan nasal que casi pareciera que se ha resfriado. Eso sumado al tono que hasta a los perros se les dificulta escuchar, hace que desee que los humanos nos comuniquemos con el lenguaje de señas definitivamente de ahora en adelante. - Y déjame recordarte que no puedes darte ese lujo. Tienes novia, primor.

-Sí, así es, pero ¿qué tiene eso que ver con Abril?

-Parece que no hubieras puesto atención... ¿En dónde tienes la cabeza? Déjame ponerlo en estos términos: aún si no estuviéramos juntos, que te vieran con ella sería... suicidio social. La chica tiene un problema serio, y si quieres mi opinión, diría que necesita terapia con urgencia. Además... es muy extraña. ¿Y lo del Libro? Aterrador. Si fue capaz de hacer eso a lo que se supone es sagrado, no puedo ni imaginar qué le haría a alguien más que fuera lo suficientemente valiente para acercarse a ella. Cuando menos te lo esperes, va a haberte degollado, desmembrado, y lanzado a la hoguera.

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora