6. Regina Dubh (pt. 5)

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Toco la puerta de la sala en la que estuve con Samuel ayer, esperando encontrarlo allí.

Para mi sorpresa, es Grace quien abre la puerta.

-¡Abbie! Estábamos esperándote, querida. Samuel dijo que vendrías, pero no estaba segura de si sería así, porque últimamente es un verdadero milagro encontrarse contigo por ahí, y...

-Grace, hola... no sabía que también estarías aquí. - Se hace a un lado para dejarme pasar. Samuel está en el sofá con la mirada perdida en el techo, y sentados a ambos lados de él se encuentran Pauline y Gabriel, dos de nuestros grandes amigos de la infancia que parecen perder el habla cuando me ven llegar.

Como en piloto automático se ponen de pie y abandonan la sala, teniendo sumo cuidado de no hacer contacto visual conmigo, como si eso fuera a hacer que estallaran en llamas.

Entiendo tan poco de lo que pasó esa noche, que bien y sus miedos podrían estar justificados y ahora resulta que en realidad soy una bruja cuya carta de Hogwarts se perdió en el correo. Tiene más sentido que lo mucho que me duele su reacción.

-Ellos... Tenían que... estudiar. Para... Escuela de invierno, querida. No te preocupes por ellos. - Gracie trata de consolarme, pero sé que en el fondo ella quisiera seguirlos. Sin embargo, valoro inmensamente que haya decidido quedarse. Ni siquiera había reparado en lo que su amistad significa para mí ahora que sólo los tengo a... Bueno, ahora que sólo la tendré a ella después de hablar con Samuel.

Hablando del cual...

-Creí que llegarías más temprano. Llevo esperándote toda la mañana. - Ladra. Sí, está así de enojado.

-¿Lo siento?

-Sí, como siempre... ¿Lista para tu reunión?

-Sí, lista.

-Me alegra.

En el silencio el aire se estanca.

-Quiero entender algo... ¿Qué se supone que fue eso más temprano?

-¿Qué cosa? - En las películas resulta cuando la protagonista pretende no saber nada, ¿no?

-¿Crees que soy estúpido? - Debo salir más de casa. Utilizar las películas como recurso para entender como socializar no parece estar dando resultado.

-Samuel, yo...

-"Puedo explicarlo". Tienes una maldita explicación para todo, ¿no es así?

-No como tú, eso está claro, que no puedes explicar por qué estás así...

-Explica esto. - Se pone de pie de un salto y se para muy cerca de mí. Sostiene la Llave de Cedric frente a mis ojos sin soltarla de mi cuello. - "C.C." ¿Quieres que juguemos a adivinar a quién le pertenece esto? Porque ese es un juego en el que puedo ganarte, a diferencia de este que has estado jugando conmigo el último mes.

-¿Cuál es tu maldito problema?

-¿Cuál es el tuyo? ¡Creí que estábamos juntos ahora!

-¿De dónde viene todo esto? ¿Es por la estúpida llamada?

-¿"Estúpida"? ¡Ja! ¡"Estúpida"! ¿Por qué no le preguntamos a Canonach? No, espera, no tiene caso, porque ni siquiera tiene sentido preguntar a dónde crees que irá esta "relación" si piensas que la llamada fue "estúpida".

-Pues me gustaría que lo hicieras, para poder decirte que todavía guardo las esperanzas de que reacciones y te tranquilices un poco para poder hablar de esto como personas civilizadas. ¡Fue una llamada telefónica nada más, Samuel!

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora