11. Sobre la soledad de la estación, y otras tantas cosas desagradables. (Pt. 2)

125 21 2
                                    



Pasa una semana más antes de que den de alta a mamá.

Mientras nos quedamos con Rose, manejar mi relación con Cedric ha sido mucho más fácil, pues no siento la imperiosa necesidad de abalanzarme sobre él cada vez que me guiña el ojo. También puede deberse a que ha dejado de hacerlo tan seguido.

Tras esa primera pesadilla, volver a dormir ha sido un reto, y la habitación de mamá tampoco ayuda a la causa, aunque entre la abuela y Anna hayan estado tratando de hacerlo más habitable.

-Déjame ayudarte con eso. - Ofrezco. Mamá está usando la ropa que Rose le compró hace un par de días para su regreso a casa, y lleva en una bolsa de papel lo que quedó de lo que traía puesto cuando la internaron en la Clínica de la costa hace dos semanas.

Siento que hubieran pasado años, y sigo sin poder entender cómo es que Cedric sigue aquí.

-Tranquila, A, yo puedo con esto. - Aunque siga ligeramente adormilada por la cantidad de calmantes y medicamentos que estuvieron administrándole -especialmente anoche, para mantenerla "estable" a la hora de darle salida-comienza a parecerse más a la Sue que recuerdo de antes del incidente hace dos años, la mujer de temperamento fuerte pero dulce a la vez que era mi madre y que tanta falta me ha hecho últimamente.

Deja la bolsa sobre la mesa de café y mira a su alrededor con los ojos brillantes. Estoy segura de que yo no debía verme muy diferente hace un par de días, cuando empecé a quedarme aquí, aunque está claro que si alguien tiene más motivos para sentir una inmensa nostalgia al regresar a este lugar, esa es mamá.

-Recordaba este lugar más...

-¿Amplio? - Sugiero.

-No, más concurrido. - Rose sonríe y la toma de la mano, guiándola hacia la poltrona.

-En aquél entonces había medio batallón de chicos correteando por aquí, es obvio que se sienta vacío ahora que sólo estamos nosotras.

-Pero eso no tiene por qué seguir siendo así, ¿no es así, Abbie?

Mamá sigue completamente convencida de que, llegado el momento, me quedaré con ella, y no he tenido el corazón para decirle lo contrario, porque ni siquiera yo puedo entender los motivos que tengo que para regresar a Ashbury, mucho menos para regresar dejándola atrás. Supongo que de alguna manera hay algo parecido al Libro conduciendo mi vida, porque sé que lo racional es quedarme al amparo de mi abuela, lejos de papá, por el mayor tiempo posible.

Me limito a sonreírle. Cedric me busca con la mirada, y trato de hacerle creer que no me he dado cuenta de que él sabe que algo no anda bien. No dudo que después va a recriminármelo, pero por el momento vale la pena ignorarlo.

-Tienes que ver lo que hemos hecho con tu habitación, Sue. - Dice Anna, poniendo una bandeja con una taza de té de sólo Dios sabe qué, y un par de galletas de azúcar frente a mamá. - No se verá ni de cerca tan bien como en sus años de gloria, pero sin duda alguna tiene su encanto.

-No dudo que hayan hecho un espléndido trabajo, pero... preferiría dormir en la habitación de invitados, si eso está bien.

-Pero Cedric... -Comienza a decir Anna, así que la fulmino con la mirada.

-No, querida, no hay ningún problema. - Completa Rose.

Lo que mamá quiera, mamá lo tiene.

-Bien. Gracias por entender. - Le da un sorbo a su taza antes de volver a hablar. - Así que... Cedric, querido, ¿qué hay de tu auto? ¿Cuándo estará listo?

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora