8. Emberbury (pt. 5)

192 40 16
                                    

La recepción del hotel debió haber sido muy hermosa en sus años de gloria, pero ahora da la impresión de estar cayéndose a pedazos, pues no sólo es vieja, sino anticuada, y tiene ese hedor a humedad que caracteriza a Emberbury.

Alcanzo a Cedric en el mostrador principal.

-Una habitación, por favor. - Ni siquiera me mira cuando me paro junto a él. Se limita a sonreírle encantadoramente a la encargada, que debe rondar su edad. Cuando la chica me ve, la sonrisa que había crecido en su rostro se borra. Espera, ¿sólo una habitación?

-¿Serán sólo los dos? - Percibo cierta hostilidad en el tono de la chica. Vaya, Cedric debe estar encantado.

-Sí, cómo sea... -Parece aburrido, incluso desinteresado, y sé por la forma en la que desvía la mirada que se esfuerza por no reparar en mi presencia.

-¿A nombre de quién debería poner la habitación?

-Tomás Ros. - Respondo yo.

-No, ni hablar. Cedric Canonach.

-No, Tomás Ros. - Saco mi billetera de la maleta que él lleva a la espalda y le doy la tarjeta de papá a la encargada en menos de dos parpadeos. Él bufa y mueve la cabeza como si no pudiera creerlo. ¿Estaría mal decir que encuentro encantadora la forma en la que vuelve a acomodarse el pelo cuando ha terminado? Pero qué estúpida pregunta, por supuesto que sí.

Recuerda, Abril, estás enojada con él... Te arrastró lejos de tu madre, y ahora...

-¿Eso será todo? - Pregunta a la chica.

-Sí, eso es todo, aquí tienen su llave y que disfruten de su estancia. - Cedric toma de su mano la tarjeta de papá, la llave y un folleto de las atracciones turísticas y restaurantes de Emberbury, y me arrastra hacia el elevador tomándome de la mano. ¿Por qué lo hace si ni siquiera va a mirarme? Podría ahorrárselo y todos estaríamos bien.

Oprime el botón para ir al quinto piso, y cruza los brazos sobre el pecho.

¿Ahora es él quién está enojado? ¿Qué clase de ridiculez es esta? No es su madre la que está en cuidados intensivos, ni yo la que le impidió verla.

"Cólera" sería la palabra más adecuada para describir lo que veo en sus ojos claros, pero no quisiera apresurarme...

El temblor en sus manos le impide poner la tarjeta en la ranura de la cerradura, así que... sí, cólera.

-¿Quieres calmarte un poco? Vas a romperla. - Lo aparto y tomo la llave de su mano, y aunque mis manos no son lo que se diría "de cirujano" a la hora de... bueno, moverse, yo sí puedo abrir la puerta.

Por lo menos espera a que entre antes de cerrar con un portazo, y lanzar las cosas sobre... la única cama de la habitación. Bien, dormiré en el suelo esta noche.

-Vas a tener que decirme de que se trata este berrinche tuyo, porque la última vez que me fije, quien tenía algo por lo cual enojarse, era yo.

-Claro, ¡es que siempre eres tú! Estoy harto de tratar de hacer lo que es mejor para ti y que reacciones de esta manera. ¿Por qué no puedes dejarme hacerlo? ¿Qué tiene de malo?

-¡Que no lo necesito!

-¿Y? Hay millones de cosas que no "necesitas", como... Releer "Harry Potter", por ejemplo, y sin embargo lo haces. La vida no se trata de satisfacer necesidades y nada más, Abril, ¿no puedes verlo?

-Alguna vez dijiste que nunca me dirías nada para no hacerme sentir mal, porque pensabas que podía soportarlo. ¿Por qué ver a mi madre sería diferente?

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora