1. Ashbury (pt. 3)

920 142 21
                                    

-¿Y? ¿Qué pasó? ¿Qué haces de vuelta tan pronto? - Pregunta papá desde el hall de la entrada, incluso antes de que cierre la puerta, después de asegurarme de que Samuel ya se había marchado. Temo que si papá grita, como suele hacerlo con tanta frecuencia últimamente, sea capaz de oírlo. 


-La Bibliotecaria no pudo verme. Los guardias dijeron que estaba ocupada con otros asuntos. 


-¿Acaso tienes idea de todo lo que tuve que hacer para conseguir esa audiencia con tan poco tiempo de antelación? ¡Si no era hoy, tomaría meses...!


-No meses. Mes. Tengo otra reunión programada el quince de diciembre, así que puedes estar tranquilo. 


-Huh, tranquilo... Vas a hacer que me de un ataque, Abril, te lo advierto. - Entorno los ojos y subo las escaleras de a dos escalones. Mientras más rápido pueda refugiarme en la seguridad de mi habitación, mejor. 


-Abbie, hija, ¿puedes venir un momento? - Mi madre está sentada en el diván de su estudio. Ahí conserva los trofeos de sus días de gloria como tenista, y varias fotografías de los abuelos, además de cajas de recortes, libros viejos que nadie había leído en años, y en el rincón, el caballete que tuvo que dejar atrás cuándo nos marchamos. 


-Claro, mamá, ¿está todo bien? 


-Si, querida, perfectamente. ¿Qué tal la Bibliotecaria? ¿Pudiste hablar con ella? 


-No, en realidad... 


-Ah, Regina Dubh. Solía ser amiga de la abuela Rose, antes de comenzar su preparación para la Biblioteca. Gran responsabilidad, si puedo decirlo.

-La más grande. -Contesto, insegura a cada paso. Con mamá mucho cuidado nunca es demasiado.

-Ahora dime, ¿qué hay de Samuel? Sé que estaba ansioso por verte. 


-Estuvo bien, supongo. Es como si el tiempo no hubiera pasado. - Es una vil mentira, por supuesto, pero no puedo ni siquiera empezar por explicar lo que está pasando con él.

No se supone que las cosas pasen tan rápido, pero ¿qué puedo decir? Basta una chispa para encender todo un bosque. 
No quiero decir que eso sea lo que está pasando con Samuel, porque no es así, eso sería ridículo, me refiero a que no hay ni chispa ni bosque.

Al menos eso creo. 


-Me alegra oír eso. Así será mucho más fácil volver a la normalidad. 


-Sí, eso creo. 


-Debo estar reteniéndote. ¿Ya has terminado de desempacar? 


-De hecho eso mismo iba a hacer ahora. 


-Fantástico. Vete entonces. No quiero hacerte perder el tiempo. Los Canonach estarán aquí en cualquier momento, y me gustaría que me ayudaras a preparar el postre que tanto le gusta a tu padre después de que termines con tu habitación. ¿Crees que podrías hacer eso? 


-Claro, mamá. Te alcanzaré después. 


-Genial. ¿Todavía dicen eso? ¿"Genial"? Oh, bueno, no importa. Esa lasaña no va a prepararse sola, ¿o sí? 


Le dirijo una encantadora sonrisa y sigo por mi camino. 


Mamá... sufrió un "incidente" hace un par de meses. Es así como los médicos le llaman al intento de suicidio, ¿no? Estuvo un tiempo internada en una casa de reposo para pacientes psiquiátricos, recuperándose y fortaleciéndose. Aunque siga bajo medicación, ha mejorado mucho. Los médicos recomendaron volver a casa para retomar la rutina. Se supone que esto ayude, aunque la verdad no veo cómo. Si algo, éste lugar trae muchos recuerdos dolorosos que sería mejor dejar atrás.

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora