4. El Rojo es mi Color (pt. 7)

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Mia Farrow y Jeff Daniels están caminando por el pueblo cuando recibo un mensaje en mi teléfono. Me siento tentada a ignorarlo, pero temo que pueda ser papá, diciendo que descubrió mi farsa y que me enviará a un internado al otro lado del mundo por haberlo desobedecido, o peor aún: a vivir con los Canonach.

Suelto la mano de Samuel a regañadientes, y con cuidado para que no se aleje completamente, y saco el teléfono de mi bolsillo. Por supuesto no es un mensaje de papá lo que interrumpe la película, sino de Cedric. Si está sentado detrás de mí, ¿para qué molestarse?

Ni siquiera desbloqueo la pantalla, pues ya he visto suficiente del mensaje.

"Me da la impresión de que tu amorcito no disfruta mucho películas de este estilo."

Dejo el teléfono sobre mi regazo y redirijo -o al menos lo intento-mi atención a la pantalla, y lo oigo reír por lo bajo.

"Sebastián tampoco es del tipo que disfruta las películas de Allen... Otra cosa para la lista, Abbie. No pierdas la cuenta, ¿quieres?"

Me giro para dirigirle una mirada asesina, pero en el proceso... despierto a Samuel, que en algún momento se quedó profundamente dormido.

Cedric se encoje de hombros y echa la cabeza hacia atrás, como en una carcajada muda.

-Lo siento. - Dice Samuel, dándome un beso en la frente.

-No hay problema. - Sonrío en la oscuridad y nuevamente busco refugiarme en su abrazo. Estoy congelándome, y el aire acondicionado de la sala de cine no lo hace mucho más fácil tampoco.

"Abbie"

"Abbie"

"Abbie"

"Abbie"

"¡¿Qué quieres, Cedric? >:-I" Me prometí no contestar ninguno de sus mensajes, pero si mi teléfono vibra una vez más, voy a dejarlo fuera de combate.

"Mi chaqueta".

"¿Qué? No tengo tu chaqueta".

"No, ¿quieres mi chaqueta? No has dejado de temblar en los últimos diez minutos".

-Concéntrate en la película, ¿quieres? - Gesticulo. Pongo mi teléfono en modo no molestar y lo regreso a mi bolsillo. Fue un error haberlo sacado en primer lugar, y por culpa de Cedric me he perdido la escena de la entrada de Cecilia al mundo de Tom Baxter. Tengo que recordar "agradecerle" luego por eso.

La imagen de Cecilia en la misma sala de cine en la que se enamoró de Tom Baxter se desvanece con las últimas notas del número "Cheek to cheek" de Ginger Rogers y Fred Astaire en Top Hat, e incluso antes de que los créditos comiencen a viajar por la pantalla Samuel me arrastra fuera de la sala. En parte me alegro de que lo haya hecho antes de que encendieran las luces, pues hubiera tenido que enfrentarme al gélido intercambio de miradas entre Samuel y Cedric, y a una que otra palabra con doble filo por parte del segundo.

-¿Por qué tanta prisa? - Pregunto, cuando llegamos a la puerta del cine casi corriendo.

-Sería una lástima desperdiciar el poco tiempo que tenemos...

-Con Cedric. - Completo, entornando los ojos.

-De hecho mi punto era que debíamos huir antes de volver a cruzarnos con Grace y los chicos, pero supongo que también puedes decir eso. - Puedo notar lo tenso que se puso con la mención de Cedric por la forma en la que aprieta la mandíbula y los músculos de su cuello saltan sin parar.

-¿Qué estamos esperando entonces?

-Ese es el espíritu. - Me dirige una sonrisa tirante, y yo pretendo no haberlo notado cuando pellizca mi mejilla y toma mi mano.

Las Crónicas de Ashbury: El LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora