Durante la noche no pude descansar, despertaba cada hora con la ansiedad sin poder controlarla. Dominick no volvió aparecer y no me sorprende por la forma que lo eche. Acomodo las botas mirando mi atuendo en el espejo; un uniforme especial que los distingue por sector.
Todos se encuentran con bolsas debajo de sus ojos y puedo asegurar que el descanso no fue suficiente; Agustín junto a Aida nos espera, alineándonos a cada uno, esta vez se encuentra aquella mujer del despacho con mirada de acero y que puede destruir a alguien con solo su presencia.
—Así que son los únicos que quedaron —sus zapatos resuenan con los pasos elegantes que da—; tienen claro que la vida de un Meyer no puede ser dañada por ningún motivo.
Ninguno se mueve, solo mantenemos la mirada al frente con las manos a la espalda.
—Quiero ver sus debilidades —ordena y empiezan a moverse a su espalda—. ¡No quiero sectas parásitas que solo estorban!
Se voltea hasta postrarse en una silla negra bañada en ¿oro? Que tienen en la cabeza esta familia. Las pruebas se llevan grandes sorpresas cuando les coloca debilidades que quiebran a la persona hasta desplomarse en el suelo llorando y gritando que se detengan.
Todos miran con pesar a las personas que sacan gritando y llorando cuando tratan de superar la prueba.
—Isabela —dicen mi nombre y Agustín hace un gesto para que vaya a la prueba.
La señora me escanea de arriba abajo, su expresión la siento como asco y superior al verme. Me intimida demasiado que no articule nada.
—La violada por su padre —expresa y mi pecho se hunde—, la que no tuvo, ni tiene las agallas de salvar a su familia que necesita de otro —se acerca hasta quedar un centímetro de mi cara—. El experimento de su progenitor y la gran prostituta de Alemania.
—Señora...
—¡Silencio! —me encojo de hombros— ¿Piensas que podrás con todo lo que conlleva ser un guardián? Tú solo sirves para ser la puta de un hombre y solo eso. —Sus palabras son como una daga que te quiebra y desestabiliza aceptando la realidad.
No me muevo. Solo evito que el nudo de mi garganta salga; tragando grueso.
—No la quiero en los guardianes —quedo estática por sus palabras—, una prostituta siempre debe saber su lugar, y si no tuvo las agallas de salvar a su madre; tampoco las tendrá para salvar el palacio y salvarse ella misma.
Todos me miran con asombro por las palabras de la señora.
—No me iré hasta pasar lo que tenga que pasar —recalco—; no soy ninguna débil y no me iré hasta cumplir lo que quiero.
—¿Qué vas a cumplir? —suelta una sonora carcajada—. Seguir siendo la violada que paso a ser prostituta en un santiamén —enfatiza y eso arruina más mi estabilidad—; mis ordenes tienen peso y dejé claro que no quiero parásitos —se acerca a mi oído y una corriente fría recorre mi cuerpo por lo que agrega—: ¿o cumplir en ser la puta personal de mi nieto? Porqué solo serás eso, los Meyers no se juntan con simples mortales que solo demuestran debilidad y él no se va quedar contigo; sino de hace tiempo te hubiera mostrado ante los demás.
Siento sus palabras como un proyectil que impacta con fuerza llena de verdad; mi barbilla tiembla por las palabras y que ella también sepa que me acuesto con Dominick.
—¡Sáquenla y tráiganme a gente que vale la pena!
Las miradas caen sobre mí y mantengo la mirada en el suelo hasta salir del lugar. Busco el aire en mis pulmones y la brisa fría se cuelga sobre mi piel y el olor a bosque silvestre entran por mis fosas nasales; respirando con fuerza.
ESTÁS LEYENDO
Falacia
RomanceEsperar de la vida no es algo que debemos aferrarnos. Confiar en que una persona puede hacerte renacer luego de tanto dolor causado por la maldad que el mundo te ejerce como castigo no tiene precio, terminando con ese mismo sentimiento de dolor, res...