CAPÍTULO 51

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Dominick Meyers

El estrés me abarca y las preguntas de la castaña me desesperan. Todos esperan respuestas que no daré y solo quiero regresar a mi maldita adicción que se encuentra a kilómetros.

—Creo que debemos hablar antes de anunciar nuestro compromiso —propone la castaña que no deja sus manos unidas como sus costumbres.

—¿Me ves de personas que hablan?

Bebo de la copa sin mirarla y analizar a los competidores.

—Solo quiero que seamos sincero —habla por lo bajo—. Esa chica... es ¿tu novia?

—¿Te importa?

Ya está tomando puestos que no debe creerse.

—Solo no quiero que mi pueblo difame a la familia real por decisiones que nos puede ayudar en ambas partes.

—Te ayuda a ti —espeto—, porque a diferencia de ti; yo no necesito ayuda de nadie.

—Solo quería saber si esa chica forma parte de ti —vuelve a decir—; no tendrás problema por mi parte, puedo conocerla y ser su amiga.

No volteo a decirle algo.

—Solo no quiero que tengamos mentiras y ser una amiga sin hundirnos en cualquier paso —prosigue—, tu familia sabe de...

—No —hablo con cierto enojo—, espero que tu tampoco hagas algo, mi vida privada no debe interesarte; esto solo será un matrimonio por estrategia.

—Entiendo...

No creo que lo haga.

—Chicos, es hora —sale la señora De Meyers.

Me arreglo el traje y entro sin decir alguna palabra mientras la castaña entra en mi espalda siguiendo mis pasos.

Todos quedan en silencio y otros murmuran, solo quiero que esto acabe rápido. Me poso en mi lugar y junto a mi derecha se sienta la castaña con la espalda erguida y la tiara en su cabeza.

—Queremos oficializar la unión de señor Dominick Meyers y la princesa Tourner para la paz y la unión entre mundos —habla el director—, están de acuerdo con las leyes y los acuerdos dispuestos por la seguridad de la trifuerza y las leyes de la divinidad otorgado por nuestro Jeque.

—Estamos de acuerdo —afirmo.

—Estoy de acuerdo —finaliza la castaña y el viejo coloca el sello sobre la pagina amarilla.

—Como lo confiere el permiso de nuestro Jerarca de los mundos —anuncia—, se concede la unión entre el señor Meyers y la princesa Dhilara. Esperamos con ansias el desarrollo de estas parejas llenas de fuerza y supervivencia.

Perfecto, todo está hecho...pero una cosa no.

—Un momento —levanto la mano—, si tanto anhelan esta unión es porque están conscientes que los temas del consejo serán manejados bajo mi supervisión —asevero—, no quiero que ninguno payaso interfiera en mis decisiones y, por último, no quiero anuncios en revistas o cualquier plataforma digital sobre este compromiso; me gusta la privacidad —espeto y sigo—: como saben soy el que manejará una parte del Palacio junto a los asuntos del consejo. Sin obviar, que la trifuerza no será manejada como ustedes la tienen.

—Señor, pero...

—Soy el hijo de Maximus Meyers y nieto del Jeque de toda esta organización; siendo sucesor por mis logros: supervivencia, condena contra violaciones y delincuencia, tengo el rango más alto entre los guardianes de mil mundos y soy el principal sucesor con más de cincuenta medallas que se me otorgo desde los siete años —recalco y todos se esconden en sus sillas—. No obtuve mis capacidades solo por tener la sangre de los primeros originales, así que ahora quiero que todo lo que diga se cumpla y quien traiciona, falle; será condenado en las mazmorras.

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