CAPÍTULO 36

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Caigo de rodillas sujetando su cabeza antes que impacte contra el suelo. El brote carmesí empieza agrandar más la camisa.

—Dominick —sus ojos van aclarándose y ya no son los mismo cuando los admiro cuando estamos solos—. No cierres los ojos, por favor.

Siento la misma sensación de hace años; donde la vida de alguien se me va de las manos mientras su respiración disminuye. Rompo la camisa presionando la herida y él suelta quejidos.

—¡Una ambulancia! —grito desagarrándome más la garganta—. No cierres los ojos Dom...

—Matt...

—Shh, no hables —Maggie me socorre y Aida llama los paramédicos.

Aprieta mi mano y paso mis manos por su rostro retirándole que estoy con él. Las lágrimas bajan presa del miedo y el tórax se me hunde al verlo cada minuto perder sangre.

Vuelve el sentimiento de hace años.

Una muerte más.

La opresión vuelve a surgir.

Algo se desgarra....

Me quitan de su lado y lo llamo una y otra vez para que se quede conmigo y no se vaya como muchos lo han hecho. Mis manos se manchan de su sangre a su vez que tiembla en mis brazos; el recuerdo me golpea del mismo modo de aquella tarde.

—Fresilla... —trata de hablar y lo callo colocando mis dedos en sus labios.

—Shh, no hables —digo entre lágrimas—. Quédate conmigo por favor, no te vayas —suplico abrazándolo mientras él pierde la fuerza.

—Teng... —niego apoyando mi cabeza contra la suya meciéndonos como si eso calmara las vibraciones que suelto.

—Estarás bien —reitero una y otra vez.

La mente se me nubla y las pesadillas toman acciones reales negando con fuerza que solo es un mal sueño. Sujeto su mano mientras el aprieta más fuerte... no... no puedo perderlo a él. Siento como me arrebatan de su lado y forcejeo para quedarme junto a él.

—¡Suéltame papá! —el recuerdo me impacta—. ¡No puedo dejarlo! —las cuerdas vocales me queman—. ¡Tengo que salvarlo, por favor!

Peleo mientras lo veo en el suelo; quiero estar con él.

—¡Papá! Déjame salvarlo —grito con fuerza sin la mente clara y siento que las fuerzas las pierdo; deslizándome entre los brazos de no sé quién.

Niego varias veces como si no estuviera en ese lugar. La memoria me traiciona rompiendo en llanto sintiendo el dolor del aquel momento.

Tratan de sujetarme; regresando a la realidad al ver a Maggie luchar contra mis impulsos sujetando mi rostro. Quiero ir con él, abrazarlo y verlo asegurándome que está bien y solo es una herida superficial. El temblor en mis manos mientras las gotas saladas resbalan por mis mejillas no cesan; no quiero más culpa en mi vida.

—Dominick... —sollozo y Maggie pasa sus manos por mi cabello.

—Estará bien, tranquilízate —sujeta mis hombros y ella mira mi estado que no tiene control—. ¡Tu papá no está aquí! ¡concéntrate! —reitera y niego con el llanto que me invade—. Mírame, todo estará bien. Estás conmigo.

—Dominick... —susurro.

Siento miles golpes en mi cuerpo.

—¡Céntrate! —me mira apretando mis manos—. Iremos al hospital, pero mantente centrada. Dominick está vivo.

FalaciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora