CAPÍTULO 55

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—Necesitamos hablar.

El ambiente tenso no se ha disipado desde que llegamos y el silencio de él es más una tortura que una solución.

—¿Qué vamos hablar? —vuelve a tomar licor y siento como su estado solo es de cabreo y frustración—. No esperaba esta mierda a solo horas de la competencia donde todo estaba calculado.

—Me tengo que ir de aquí.

—¡No! —grita y estrella el vaso contra la pared hasta acortar el espacio y fijar sus ojos en lo mío—. No te irás hasta cuando yo lo diga y quítate esa idea que solo por una estúpida amenaza de Alice voy a acceder.

—Ella dijo...

—¡Me vale un coño lo que dijo! —vuelve a gritar—, te dije desde esa noche que yo sigo mis reglas y es algo que debiste grabártelo. Me vale una mierda las leyes, principios; debes tener claro que cuando quiero algo lo voy a tener hasta que me plazca.

—Solo me estás viendo como un objeto.

Sujeta mi barbilla y mis piernas flaquean.

—Créeme que si fueras un objeto no moviera todas mis influencias para salvarte —aclara—. Que buscara la forma de encontrarte, porque si lo fueras me valiera mierda tu vida.

—Tú nunca me vas a ver más allá del sexo —digo con la voz quebrada—. Solo me ves a la que te calienta las sábanas, a la que follas cuando quieres y yo ya no quiero vivir eso Dominick —siento como mis ojos se empañan—. Sé que acepte ser esto, pero me estoy quebrando ahora que sé lo que puede suceder y tengo miedo que me botes o me hagas un lado cuando te canses.

Muestra una sonrisa de ¿burla?

—¿Crees que no sé tus sentimientos por mí? —mi corazón se detiene—, crees que soy un pendejo que no sabe que te enamoraste de lo que tú llamas "salvador" —vuelve añadir—: Sé todo Isabela, te dejé claro las cosas y tú de necia metiste sentimientos cuando yo nunca te demostré más allá que posesión y deseo —va a romperme—. Deja de fantasear que porque te salvé ya te amo porque no es así, no te suelto porque no me da la gana y porque no quiero que nadie toque lo mío.

—Desde ¿Cuándo lo sabes?

Mi voz sale apagada

—Desde aquella noche del hospital —me vio la cara todo este tiempo—. Ese día en la playa, ahora ahórrate las lágrimas y las ideas pendejas que no te irás a ningún lado —termina y agrega—: y esa será tu castigo, tenerte hasta que me de la gana por ocultarme de tus sentimientos cuando te pedí ser directa y franca y no jugar al castillo de enamorados.

—¿Por qué te lo callaste?

—¿Qué ibas a esperar de mí ¿ah? —me toma de los brazos para que lo vuelva a ver—. Esperabas que llegara con unas flores y unos chocolates te cantara y te pidiera un matrimonio lleno de finales felices —suelta una risa y añade—: Deja de ser tan estúpida por pensar que iba a enamorarme de ti. Porque lo único que necesitaba de ti era que saciaras el animal que llevo dentro. Ponte a ver que nunca te dije algo que prometiera amor y solo fue sexo y así se quedó.

—Entonces déjame ir.

—Otro no va tener lo que yo quiero —repite y ya el corazón lo tengo pisoteado—. Así que déjame buscar una solución y vas a ir a la competencia como acordamos y no te irás del Palacio hasta que yo lo diga.

—¡Eres un egoísta! —lo empujo—, solo piensas en ti y nada más en ti —Golpeo su pecho mientras mis lágrimas bajan.

—Te las apañas, porque tú sola aceptaste todo esto —vuelve a sentarse al fondo como si nada hubiera pasado—. Ahora dime lo tengas que decirme.

FalaciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora