CAPÍTULO 39

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Isabela Johnson

Las balas se terminan y ahora lucho con dos navajas; no sé cómo sucedió que de un momento a otro terminamos envueltos en un nido de alimañas queriendo eliminarnos a los dos.

Trato de volver con Dominick, pero todos tienen un objetivo «y lo que buscan es a mí», mi padre de nuevo no da la cara...manda sus esclavos... y no voy a permitir volver a su infierno solo por su beneficio.

Una persona sobre sale saltando y asesinando como si fuera una diversión; trato de descifrar si es Dominick y eso me juega una mala pasada cuando me tumban al suelo.

Dos cuerpos me sujetan: uno de ellos me bloquea las extremidades y forcejeo sin rendirme; encuentro la manera de zafarme, soltando un codazo en la nuca de los tipos y el otro cae sobre mi cuerpo.

—A papi le agrada la idea que regresas a casa —sonríe satisfecho y lo empujo con mis pies.

Una lanza sobrepasa su cuerpo soltando un quejido.

Mira la lanza atravesada y vuelve a fijarse en mí tratando de llegar donde estoy. Giro sobre la arena y la mancha grande roja empieza a correr sobre el suelo arenoso de color gris quedando casi negra.

Busco a la persona que hizo el crimen y un rubio con un pañuelo sobre su boca sale a la vista: emprende sus pasos al sujeto que yace a mi lado y saca la lanza de la espalda y dudo si quedarme o correr.

—¿Quién eres?

Mi pecho se encuentra agitado.

—Aitor —responde con seriedad—. Tranquila, ya me ocupé de los demás.

Una explosión se escucha y volteo erizándome.

—¡Espera! —el rubio me alcanza bloqueándome el paso y todo se encuentra en llamas—. No te muevas, yo lo salvaré y tú quédate ahí.

—Pero, Dominick...

—Yo me ocuparé; no te muevas de aquí. —No me voy a quedar tranquila.

Corro detrás de él y me acerco poco a poco hasta ver el lugar en cenizas: el humo me bloquea los pulmones y el fuego me sofoca queriendo llegar donde se encuentran. Las sirenas se oyen en la villa, pero sigo el camino del rubio hasta llegar a la escena que los cuerpos adornan y dan una secta sanguinaria al ver la mayoría en el suelo.

—¡Dominick! —corro a su lado y su cara se encuentra con golpes leves—. Estás bien... —reviso su cuerpo y me aseguro que no tenga alguna herida— estás bien —reitero abrazándolo fuerte.

—Tranquila, ¿te tocaron?

Niego y él besa mi cabeza apretándome fuerte.

—Había un chico...

—Sí, es nuevo en los Guardianes —explica—. Lo mandé a traer uno de los que nos emboscaron.

—Creo que es mi padre —él me voltea a ver—; al parecer querían matarte hasta llevarme con él; no sé cómo dio con la villa.

Un carraspeo se oye en nuestra espalda.

—Señor, encontré esta nota dentro de la chaqueta del mandatario —Dominick toma la nota y me mira.

—¿Qué?

Los observo a los dos sin entender.

—¿Qué quiere decir con que tu vida no es la verdadera?

Enarco una ceja sin saber a qué se refiere hasta tomar la nota.

"Las personas en las que confías son las que más disfrazan de tu vida en una que no es verdadera.... Nos vemos pronto mi rosa del jardín"

FalaciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora