CAPÍTULO 18

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Dominick Meyers

«Maldita pelinegra» se ha vuelto un puto dolor de cabeza desde que tropecé con su estupidez. No puedo perder la cordura, es lo que me repito a cada momento que la tengo cerca; pero es inevitable cuando mi verga se endurece por las imágenes que tengo en mi cabeza de ella desnuda y sus tetas perfectas en mis manos lamiendo y chupando mientras sus gemidos son mi melodía.

El líquido marrón me quema la garganta por su sabor agrio, es imposible no desear a la mujer que se encuentra arriba en una de las habitaciones. Odio a su progenitor que solo roba oxigeno en este mundo, un puto desecho que hay que eliminar, detesto a los hombres que la lastimaron con la belleza que emana con solo detallar sus ojos y el lunar cerca de sus labios.

No puedo negar que buscare la forma de follarmela las veces que quiera y que sienta celos por Karen o saber que hice esa noche, me alimenta las ganas de tenerla desnuda siendo arremetida de miles de formas hasta verse correr millones de veces.

En algún momento esto terminará y ella lo sabe; por esa razón evita que la toque. No la voy obligar; en si su cuerpo reacciona a fuertes sensaciones y su piel tiembla con mi cercanía «me gusta» aun así, no puedo obligarla cuando toda su vida ha sido constantes abusos por la asquerosidad de su padre.

Ese escarabajo es otra plaga que debo eliminar antes que siga con su circo lleno de payasearía sin entretenimiento. Tiene algo oculto detrás de sus inventos que debo saber antes que cruce la línea del punto final.

-Jasper -llamo por el teléfono y en segundos se encuentra en mi oficina.

-A su orden mi señor.

Jasper, puede ser un grano en el culo. Pero es buen guardián cuando de ello se trata.

-Necesito información de mi hijo ¡ya! -demando hastiado por la constante sensación que tengo sobre mi verga apretándome la tela y la frustración sin tener señales de mi hijo.

Marco el tiempo de demora de mi contacto «esta mierda no la dejaré pasar por alto» los segundos se me hacen eterno y el artefacto levanta luz amarilla que hace levantarme de inmediato.

-Dominick... -su rostro pálido sudoroso me da la respuesta.

-¡Puta mierda!

Arrojo lo que se encuentra en mi escritorio pateando la silla; estrellando lo que me encuentre. Las descargas calientes recorren en mis venas como lava mientras ardo por dentro sintiendo que mis órganos se queman por las putas imágenes que tengo en mi cabeza.

-Dominick yo...

Estrelló el vaso de cristal haciéndolo añicos, saliendo con la cabeza caliente por dañar a quien se me atraviese en mi camino. Abordo la camioneta pisando el acelerador buscando a la única persona que me estorba en el zapato.

Varios caen a mis pasos por el agujero que marco en la cabeza de cada guardián que resguarda a la familia Meyer «familia de mierda» disfrazado de ovejas cuando son unos hijos de puta y yo me muestro como soy; destructor y masivo.

-¡Toda esta jodida mierda es tu culpa!

Lo tiro al suelo de un golpe enterrando el arma entre sus cejas.

-Te dije que dejaras de joderme -escupo con los ojos destilados de ira-, te dije que no te metieras, te deje muy claro que no pertenezco a tu asqueroso cirquero -vuelvo a enterar el arma en su frente- tu maldita intensidad ¡lo jodió todo!

-¡Basta! -la voz autoritaria resuena como estallidos fuertes-; en mi casa no vendrás amenazar a tu padre ¡mucho menos hacer lo que se te da la gana!

FalaciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora