CAPÍTULO 34

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Isabela Johnson

—¡Te estás cogiendo al hijo de los Meyers! —Maggie se exalta y debo colocar la mano en su boca para que no grite tanto—. O sea, como que estás comiendo bien y no lo dices; como tampoco invitas.

—Cállate, esto no lo puede saber nadie.

—No puedes decir eso, cuando ustedes quieren imitar a escenas pornográficas sin precauciones.

—No puedo decirlo así por así, prometimos que sería entre nosotros —explico—. Es una historia larga de contar.

—¿Qué crees? No tengo compromiso ni marido que me espere en casa; echa el cuento rápido.

—Solo cogemos —sale de mi boca sin decir algo más.

—Lo sé, su bienvenida me lo dejó claro —ironiza—. Solo por qué no quisiste contarme si te considero mi amiga.

—Lo siento, no conozco a nadie —explico y agrego—: cuando llegué el palacio pensé que eran detectives o soldados que iban a la guerra y son más que sombras para agarrar a gente que tiene una vida llena de mierda.

—Si, pero igual debiste contarme no soy ninguna extraña —sujeta mis manos—. Algo sospechaba, fue por eso que me preguntabas tanto ese día ¿cierto? —asiento y sus cristalinos me enfocan buscando algún tipo de culpa o decepción— ¿coge rico?

Eso no lo esperaba.

—Pensé que me dirías algo diferente.

—¿Reproche? ¿ataque moral? No puedo decirte que dejes follar con él cuando ya caíste en su infierno —asevera—, tampoco puedo amarrarte para que no lo vuelvas a ver más. Sin embargo, solo te puedo decir que folles con él sin entrometer algún tipo de sentimiento o afecto. Debes tener claro que él jamás va colocarte como prioridad o sentir algo por ti cuando él triplica lo que es un hijo de puta que cualquier hombre.

—Jasper...

—No sé que te haya dicho Jasper —interrumpe y vuelve a mirarme—, hablo de lo que yo pienso y he visto sobre lo que es Dominick como persona —me levanto exhausta de escuchar lo mismo—. Dominick solo va actuar como buena persona, de que te coge delicioso y te dice palabras para tenerte o usarte a su favor.

—¿Usarme a su favor?

—Dominick se destaca en utilizar si necesita de ello para llegar a algún objetivo, por eso lo digo. No creas en lo que te dice; porque vas a terminar mal y no puedo dejar que llores por alguien tan narcisista como lo es él; cógetelo, follatelo como tú quieras; pero no te enamores.

—Está bien.

—Ahora dime, es cierto que folla como el maldito Dios que es.

—Uhm... se defiende.

—¿Cómo que se defiende?

—Es tóxico y posesivo.

—Como te gustan.

—Claro que no.

—Claro que sí —contradice—; ese no es el punto. Has indagado cual es su fetiche o algo.

—No.

—Me sorprendes como te lo follas y nos sabes sus partes sensibles.

—El cuello

—¡¿Qué?!

—Puedes dejar de gritar.

—Ok, ok... siempre se dice que los hombres tienen una debilidad por las piernas y pies.

FalaciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora