CAPÍTULO 24

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Estoicismo

Durante dos días estuve en entrenamientos excesivos. Agustín junto a Aida son los únicos que no demuestran algún tipo de solidaridad o amistad con todos, solo se concentran en hacernos sufrir en las batallas y pruebas que disponen a punto de sacarte un pulmón.

En la misión se presentan Jasper, Maggie y Aida. Los demás nunca los he visto en el campo puedo decir que son guardianes, pero no están en la élite o debe ser que estoy equivocada.

—Primera emboscada —grita Jasper entregando un artefacto diminuto y poco visible—. El gran mandatario Müller: empresario, casado y una bella hija; quiero su cabeza en mis manos —demanda colocando los chalecos a cada uno de su grupo—. Mujeres saben que hacer ¡los quiero a todos a las 20 horas en área oeste punto siete!

—¡Como demanda mi Capitán!

Esto es extraño, ellos juran no pertenecer a un rango militar, pero que cada uno les hable de esa manera ya torna distinta la situación. No portan uniforme de soldados, solo negro neutro y botas del mismo color que lo distinguen de los principiantes que son de color azul fuerte eléctrico.

—¡Soldado, policía o cualquier civil que vean; mátenlo! —exige—. ¡Este caso es nuestro, no se dejen descubrir de nadie!

Bajamos de la avioneta con mochilas pertenecientes a cada uno como guardián. Las mujeres nos dan un lugar especifico y llevo mi mente centrada a lo que debo hacer; no puedo flaquear sino mi objetivo se viene al suelo.

—Este es nuestro objetivo —nos muestran una foto con un sujeto pelinegro canoso—. Ya cada una tiene que saber a quién distraer: sin miedo, sin pendejadas, quiero seguridad y sensualidad.

El vestido rojo se pacta a mi cuerpo y el escote de V filada por espalda me moldea la cintura; resaltando mis atributos femeninos. La máscara negra posa en la mitad de la cama con las cintas a su alrededor «puedo hacerlo» me digo a mí misma para aceptar las piedras que se colocan en mi camino. Me coloco el antifaz con el pequeño auricular en la oreja; los ojos delineados de negro resaltan el iris avellano.

Cada guardián se encuentra en su posición y bajo las escaleras del gran salón amplio a la vez que mi vestido muestra mi pierna desnuda y la cola rojiza se desliza en cada escalón. Las miradas caen sobre mí a medida que bajo con la mirada en alto, pero con los nervios en los cielos.

—Actúa sensual e inalcanzable —habla Maggie por el auricular—. Acuérdate; vence tus miedos para matarlos en el proceso.

Busco mi objetivo y alza su copa en mi dirección «asco»

—No te desvanezcas, Isabela —anima Aida en otra línea—. Tú puedes.

Rodeo a Rager como pareja para bailar como lo acordamos antes de la misión y nuestros cuerpos actúan como dos desconocidos, pero con una conexión rápida; paseo mis manos por el cabello mientras miro mi objetivo que no pierde la vista.

—Acércate a Rager —demanda Aida y acerco mis labios a su cuello.

Por su parte hace que gire mi cuerpo quedando frente al objetivo que sonrío coqueta bailando en una sola línea. Así nos mantenemos durante la canción clásica; Müller no despega la vista de mis movimientos y solo pasa escalofríos por mis venas recordando mi pasado «mata ese miedo, Isabela»

—¡Juega con su mente! —habla Maggie

Y fijo mi mirada en sus ojos negros sonriéndole de paso; mi mano por toda la espalda de Rager a su vez que miro sobre su hombro al sujeto que sonríe por mis movimientos.

—Acércate y suelta a Rager —demanda Aida.

Paso mis dedos por la nuca de Rager lamiendo mis labios para soltarme con sensualidad emprendiendo camino hacía el hombre.

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