—Es grato verte de nuevo, querida hija —esboza es sonrisa que es causante de mis pesadillas—. Creo que la última vez que nos vimos, no te portaste muy bien con papá.
Se levanta de la silla con la sombra de destrucción que siempre denota. Mi pulso se detiene en nanosegundos, al momento que da su primer paso retrocedo para correr; buscando un lugar seguro mientras marco el código que Dominick me dio.
Encuentro una habitación para resguardarme, pero al cerrar la puerta su pie se interpone forcejeando para entrar. Agarro una botella haciéndola añicos quedando los puntos filosos a la vista «no volveré a su infierno» la fuerza sobrepasa con la resistencia que le pongo abriendo e impulsando mi cuerpo hacia atrás.
—No estoy para juegos princesa —sonríe ladeando—. Haz las cosas un poco más fáciles para papá.
—Aléjate —amenazo con el objeto y sigue sonriendo.
—No seas patética y deja eso —centella y niego con los temblones que suelto.
Da otro paso acercándose y retrocedo. Es hábil al momento que trato de lastimarlo y busco sus distracciones para zafarme.
—Tendré que hacer las cosas a mi manera —expresa sujetando mis hombros.
Los recuerdos son las amenazas latentes que no me dejan reaccionar y solo muevo el filo por su quijada soltando un grito por la abertura que causo en su piel. No miro, solo corro abajo para salir y buscar a Jasper; no puedo enfrentarlo cuando sus experiencias me pueden acabar, jugando con mi mente como siempre lo ha hecho.
Paro en seco al ver cinco sujetos con armas en sus manos hasta navajas que brilla por la luz resplandeciente del cielo. Observo a cada uno que no despega sus ojos de mi cuerpo tratando de que de mi primer movimiento de ataque.
—Niña tonta —la risa estruendosa inunda el amplio lugar—. ¿Creíste que podías salir fácilmente de mis manos?
—Déjame en paz —pido viendo como suelta otra carcajada chasqueando sus dedos negando a la vez.
—La única manera en que te cumpla ese deseo, es que me des lo que quiero —exige y no sé de qué me habla—. Así que, camina antes que le vuele por fin la cabeza de la bastarda de tu madre.
Las venas me arden y siento como la furia recorre todas mis arterias sintiendo el calor por las exhalaciones que suelto viéndolo con rabia innata con tal de rajarle el cuello por fin; es algo que haré y tengo claro que podré hacerlo cuando sepa romper sus juegos mentales y físicas.
—Primero muerta que volver contigo —exalto con la voz acelerada y pesada—. Te vas a arrepentir de todo lo que has hecho.
—¡Ay niña deja tu teatro! —solo ríe—. Camina antes que uno de mis hombres te taladre el coño por desobediente —mira a sus hombres por encima de mi hombro moviendo sus dedos—. Llévensela, la mal parida debe tener un castigo por esto.
Su sangre mancha la camisa celeste que porta por la línea que sale brotones de hilos rojos que no se detiene.
«Juega con las habilidades de tus contrincantes» «usa sus reflejos» las palabras de Maggie surgen y veo uno abalanzarse al tiempo que giro sobre su cuerpo doblando su brazo izquierdo quitándole el arma para dispararle a dos de sus compañeros.
Ruedo en el suelo protegiéndome detrás del mostrador de la cocina, cargando nuevamente el arma que tengo «arma distinta a las que he visto» disparan sin cesar y respondo de la misma manera derribando a los que faltan «no queda ninguno, solo eran cinco». Asomo el lateral derecho viendo si hay alguno que pueda proyectar contra mí, apuntando en el suelo los cuerpos que yacen con agujeros sobre su ropa manchándose de carmín asegurándome que no tienen la fuerza para volver a levantarse.
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Falacia
RomanceEsperar de la vida no es algo que debemos aferrarnos. Confiar en que una persona puede hacerte renacer luego de tanto dolor causado por la maldad que el mundo te ejerce como castigo no tiene precio, terminando con ese mismo sentimiento de dolor, res...