Isabela Jonhson
Las venas de mis brazos se tornan oscuras y es el último proceso que me hará desconectarme para convertirme en lo que mis temores y miedos desean. Me retuerzo en la silla sintiendo la ropa quemarme y empieza el ardor en el centro del tórax soltando el grito desgarrado que hace romper las cadenas.
—¡Ahora! —gritan fuera y empieza alejarse para que el monstruo que llevo dentro salga a la luz.
Algo se desprende y caigo a un espacio totalmente oscuro con una frialdad abrazadora. El bullido de varias voces me atacan y me encojo diciendo basta en numeradas veces.
Una mano toma mi hombro y me asusto sintiendo el frio en mi rostro con el corazón a mil.
—¿Quién eres? —digo presa de miedo—, aléjate. Te voy a lastimar ¡vete!
Suelta una carcajada estruendosa que me hace encogerme y la figura se engrandece convirtiéndose en algo totalmente siniestro y sus ojos son como fuego vivo con afiladas garras y pecho prominente; pequeños dibujos se detallan cuando de sus brazos salen líneas rojas que le recorre por todo ello...
—Tus miedos se vuelven tu compañía cuando solo eres un maldito fracaso —su voz es distorsionada.
Se acerca a mi altura y su boca es totalmente negra con sus ojos de fuego que hace encogerme.
—Déjame ir —es como si vivieras un cuento irreal—, no sé qué eres, pero déjame ir.
—Soy tu demonio, la pesadilla que no te deja seguir —vuelve a transformarse y el miedo acrecienta—. Tu mentor y tu condena.
Es un animal feo: tiene dientes filosos, uñas largas oscuras y el cabello es largo que vuela entre el aire y debajo de sus ojos se manchan de un tinte negro y rojo como si un alma de cuentos malos y lo vieras tratando de maldecirte o atraparte.
—No eres real...
Susurro a lo bajo.
—Tu mente dice lo contrario... —la voz me rodea como si fuera un viento—, asesinas, destruyes, eliminas a inocentes haciendo tu condena en el infierno más larga; no existe perdón para tu alma.
El fuego se expande frente a mi cuerpo que hace cubrirme y hacerme un ovillo tratando de alejarme. Vuelve a dar otra carcajada y veo a mi mamá entre las llamas gritando porque la salve, la acidez sube a mi garganta tragando grueso.
—¡Mamá! —tratando de meterme al fuego, pero queda media cuando la figura sale cojeando hacía a mí; la cara de mi madre se desvanece hasta convertirse en otro ser horripilante.
Todo es oscuro y busco levantarme cuando me hace girar sujetándome del pie y varias personas salen del fuego lleno de chillidos, lamentos y acusaciones... un hilo negro se extiende por la pierna y trato de soltarla, pero es en vano.
Me cierran en un círculo y vuelvo a cubrirme hasta que el fuego trate de quemarme mientras el hilo va sujetando cada extremidad. Cierro los ojos a la espera que suceda y todo se vuelve un silencio profundo con dos manos sobre mis hombros.
Giro mi cabeza y una persona me mira amable y mi respiración es entre cortado y acelerado.
—Estarás bien —expresa tranquila y asiento; asustada.
El corazón me salta cuando su boca se expande y sus ojos se tornan negras hasta agarrarme con fuerza entre sus uñas largas y pálidas; siento como su manos y garras quieren traspasar mi tórax y el manto sucio me empieza a cubrir la cabeza quitándome la facilidad de ver.
Suelta un grito espantoso y dejo de luchar porque no existe otra salida que la muerte que me busca con desespero.
Sus huesos traquean haciéndome temblar. El sudor me empapa y dejo caer mis brazos.

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Falacia
RomanceEsperar de la vida no es algo que debemos aferrarnos. Confiar en que una persona puede hacerte renacer luego de tanto dolor causado por la maldad que el mundo te ejerce como castigo no tiene precio, terminando con ese mismo sentimiento de dolor, res...