La tierra calienta mis pies, el sol quema mi espalda, el calor sofoca mi cuerpo por completo. Tres canastas de uvas llevo y deben ser por lo menos ocho, se me nubla la vista por los rayos del sol. Mi garganta pide agua, mis pies unos zapatos; caigo de rodillas por lo sedienta y poca fuerza que tengo y recibo un latigazo en mi espalda.
—¡Levántate!
Las plantas de mis pies no soportan lo caliente del suelo. Trato que coger fuerzas; he soportado peores castigos. Aunque mi cuerpo quiera fallar intento demostrar qué puedo con esto y más <<maldita de Karen>> mi odio hacia ella se activo al momento de acusarme de algo que nunca pasó. Mi respiración se detiene y todo a mi alrededor se va nublándose recibiendo latigazos por mi cuerpo y solo siento pequeñas punzadas como agujas a mi alrededor borrando la realidad.
Mis ojos tratan de descifrar el lugar y frente a mi se encuentra una figura alta sin saber de quién se trata. Llevo mis manos al rostro tratando de despertar y Álvaro se encuentra con su expresión molesta detallando mi estado.
—¿Qué me sucedió? —pregunto soñolienta
—Otro castigo se agregó a tu lista —dice—, desmayarte no te ayuda mucho.
—No tengo la culpa —replico.
—Tampoco mía, tu padre nos dejo un objetivo claro —enfatiza la petición de papá—; se debe cumplir al pie de la letra.
Me deja sola en la habitación y llevo el antebrazo a mis ojos tratando de pensar cosas positivas para poder sobrevivir y escapar de este lugar; Aun cuando eso pueda atraer la muerte. Unas manos me tocan y salto...
—¿Qué haces aquí?
—Vine a darte la bendición —sonríe de lado—, quería saber de ti.
—Estoy bien —aseguro—, Vete antes que alguien pueda entrar y...
—Te vuelvan a castigar —termina.
—¿Cómo sabes eso?
—Sé todo de este lugar, hasta sus pensamientos macabros asquerosos.
—¿Quién eres?
—El amor de tu vida —se sienta en el borde de la cama y evito su cercanía—, Soy Dominick Meyer; sexy hombre, trillonario, galán, seductor y dueño de cada país de este mundo. Agregándole que soy amante al sexo —vuelve a mostrar sus dientes perfectos.
—Bastaba con tu nombre.
—Lo sé. Sin embargo, quise meterle un poco más al expediente para ahorrarte el trabajo como esas locas traumadas con su crush.
—Necesito que salgas —me levanto del lado contrario—. No quiero que te vean aquí.
—¿Miedo? —pregunta e ignoro colocando mi mano en la manilla de la puerta, sintiendo la suya al tiempo—, no lo harás —exige.
Volteo y el espacio se acorta cuando su aroma abruma mi ambiente. Mi corazón se agita y los niveles sanguíneos se alteran sintiendo ese calor en todo el cuerpo.
—Primero, dile a tu corazón que se calme —suelta con una risa—, creo que alguien alteró su sistema —su cara se ahueca en mi cuello pasando su nariz por mi hombro—. Fresas.
—¿Qué?
—Que mi aroma favorito ahora son las fresas —sus ojos brillan oscurecido mirándome fijamente.
—Aléjate o...
—O ¿Qué? Gritaras para que se te castigue —musita y agrega—: También, quiero decirte que yo no le hago caso a nadie y me vale mierda a quién llames; aquí la perjudicada eres tú, no yo.
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Falacia
Storie d'amoreEsperar de la vida no es algo que debemos aferrarnos. Confiar en que una persona puede hacerte renacer luego de tanto dolor causado por la maldad que el mundo te ejerce como castigo no tiene precio, terminando con ese mismo sentimiento de dolor, res...