Capítulo 72: Revelaciones.

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Narra Thommy.

Ya estábamos lejos de aquella estación de servicio en la que nos habíamos resguardado. Mi mente estaba en blanco y la oscuridad nos rodeaba por completo.

Nico, Ámbar, Tonny, Mariana y yo nos dirigíamos hacia el sur en la parte trasera de un camión que olía terriblemente mal. Algo de luz ingresaba por una rejilla en la parte lateral del camión que no dejaba de moverse y sacudirse. Entre la poca luz distinguí a Nico sentado contra la pared y el rostro perdido. Ámbar estaba a suado y Tonny se encontraba durmiendo en mi hombro sujetando con algo de firmeza mi mano.

Nada de lo que estaba pasando ahora me causaba una gran preocupación, sin embargo, lo que si me la producía eran aquellas personas que nos habían capturado. El general Hamilton iba al frente en otro vehículo y no podía evitar sentir un profundo asco por él.

—Sus rostros... no los puedo sacar de mi mente. —comentó Nico con la mirada perdida. Todavía seguía en shock por lo que había sucedido. —¿Cómo podemos llegar a ser tan crueles?

—No deberías pensar más en eso. — le respondí de forma fría. Algo en mi interior cambió ese día cuando nos encontraron.

Aquella familia había sido masacrada frente a nuestros de una forma tan horrible que, describirla, podría llegar a ser enfermo. Ni siquiera los mismos y pocos militares que quedaban al mando de Hamilton lo habían hecho... fueron otros que se unieron a él prometiéndoles un futuro seguro, agua y comida.

—Fue nuestra culpa. — puntuó él. No pude evitar sentirme mal. —Ahora están muertos.

—Nadie conoce los pecados de nadie, Nico... — le interrumpió Ámbar.

Según lo poco que el General Hamilton nos había dicho, nos dirigíamos hacia Colombia como lo hacíamos nosotros y llevaríamos a una pequeña y fría ciudad en las montañas del país para tomar un avión que nos llevaría hasta la Neonu. Nada más que eso.

Mi mente se encontraba en un total caos por la situación que estábamos viviendo. Aún no sabía a ciencia cierta si Billy estaba vivo y, de estarlo, aún no tenía en mente que podría hacer. Mi corazón ahora hacia también parte de Tonny quien supo ganarselo a lo largo de los días.

Sentí que se removió allí mismo, por lo que solo estiré las piernas y acomodé su cabeza en mi regazo para que pudiera dormir más cómodo. Recosté mi cabeza en la pared metálica del furgón y traté de quedarme dormido. Estaba haciendo frío y no teníamos nada para contrarrestarlo. Llevábamos varios días dentro de ese furgón y solo podíamos salir para hacer nuestras necesidades básicas.

Todo era así desde que habíamos cruzado el canal de Panamá. Por lo que pensando un poco las cosas, ya nos encontrábamos en territorio colombiano, pero sin saber exactamente dónde.

A la mañana siguiente despertamos gracias a una sacudida que el furgón había tenido. Toda la noche nos la pasamos en movimiento y el ruido que se logró escuchar parecía ser como el motor recalentado del furgón. Logré escuchar a alguien enojado maldiciendo por lo bajo y luego las puertas del furgón se abrieron dejando entrar un az de luz que casi nos deja ciegos.

—¡Ustedes! ¡Abajo! — exclamó un hombre armado. Visivilicé una larga autopista tras nosotros y un pequeño pueblo más atrás.

Hicimos caso a su petición y nos bajamos de allí sin decir nada. Un par de hombres se quedaron pendientes y nos apuntaron con sus armas por si tratábamos de hacer una estupidez.

—Aún no es hora del desayuno. — replicó Nico algo enojado. Se le notaba algo molestó porque no solían darnos de comer a estas horas de la mañana.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora