Capítulo 12: Alianzas y coincidencias.

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Caminábamos a paso largo entre la entrañas de la ciudad al tiempo que entre nuestras manos sosteníamos armas de fuego. El revólver con el que empecé por así decirlo a sobrevivir, se había vuelto bastante familiar a la hora de cargarlo, pero a su vez no me hacía sentir bien andar con un arma de fuego en todas direcciones, pero, ¿qué otra cosa se podría hacer si de aquello dependía mi vida?, bueno, no del todo... si muero de hambre algún día, el revólver no me va a dar comida, ¿o sí?

—¿Viviste en carne propia lo que sucedió aquí en el centro de la ciudad?—tenía curiosidad acerca de que tan grave había sido la situación, Rachel se detuvo un momento y colocó la caja de latas de comida sobre el suelo, algo en un vehículo había llamado su atención y yo por mi parte hice lo mismo. 

—Se podría decir que sí...  —me respondió ella, sacó del asiento del copiloto de un Twingo lo que parecía ser un osito de felpa de color rosado, pero de inmediato lo tiró sobre el suelo al notar manchas de sangre en él. —Dios... esto es horrible.

—¿Por qué lo cogiste?—pregunté con algo de curiosidad, se limpió ambas manos y luego levantó su mirada hacia mí. 

—Me gustan los peluches... bueno, ya no tanto. —sonrió al final, se acomodó un poco el cabello, se agachó, tomó la caja con la comida y volvió a caminar a mi lado. —Los primeros días no fueron fáciles... no dormí durante incontables noches por los disparos, los gritos de las personas. —comenzó hablar, me sentí un poco mal. —Lo peor era cuando me asomaba por la ventana de mi apartamento... podía ver las calles llenas de personas y personal militar intentando contener la gente; todos tenían un único objetivo y era llegar a la zona de cuarentena que se estableció en la Plaza. —siguió. —Pero entonces todo se fue saliendo de control, la gente quería llegar a ese lugar a como diera lugar, pero lo hacían para robarse los medicamentos... ahí fue cuando se desató el caos, la gente se comenzó a empujar entre sí y los militares viendo a la multitud de personas avecinárseles, optaron por disparar... muy pocas personas salieron corriendo horrorizadas mientras que otros solo usaron a otras personas como una especie de escudo. —hubo un silencio por su parte. —No pasó más de una hora y los cuerpos que estaban tirados sobre el suelo se comenzaron a levantar y fue ahí donde el "enemigo" de los militares pasaron dos.

—No quiero imaginar más... tengo suficiente con lo que vi y con lo que me has contado. —le repliqué negando con la cabeza.

—¿Cómo estuvieron las cosas en los hospitales?

La volteé a mirar y entonces mi mente fue asaltada por un montón de recuerdos de lo que había vivido en el hospital, en especial el fusilamiento que se dio directo a las personas que tenían síntomas de la enfermedad.

—Las personas enfermas se hicieron cada vez más... en un principio se creía que se trataba de algún brote de meningitis viral, pero entonces la CCE aclaró todo diciendo que no lo era... ya para el final los militares sacaron a todos los enfermos del hospital y los fusilaron... lo último que recuerdo de eso es ver a varios caminantes salir de allí y atacar a los militares... los mismos que habían fallecido horas antes. —le expliqué con brevedad, quise detallar un poco más, pero mi estómago ya estaba bastante revuelto de tanta mierda que se había vivido.

—Entiendo... —me respondió, hubo un par de segundos en silencio por parte de ella antes de volver a decir algo. —Tú novio... ¿dónde está?

En cuanto lo mencionó a él, sentí un vacío en mi estómago que me hizo sentir bastante mal, pero solo bastó cerrar los ojos un instante y tomar bastante aire para recuperar la cordura.

—En Estados Unidos... en Atlanta... —pronuncié, casi que ni sabía por donde empezar. —Trabajaba para la CCE antes de que todo cayera, pero perdí contacto con él y mi meta es tratar de llegar a él. 

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora